Aun cuando una parte de la localidad turca de Halfeti se encuentra bajo las aguas del río Éufrates por la construcción de la presa de Birecik, sigue siendo ese el único punto del planeta donde puede encontrarse una verdadera rosa negra, o casi negra.

Ni tratamientos con química ni cruces genéticos. Las singulares condiciones de ese suelo y los niveles de pH de sus aguas subterráneas hacen que el rojo intenso de esas rosas se vuelva prácticamente negro en verano.

Con el inicio de la primavera, florecen los capullos de las rosas de un color rojo oscuro y, a principios del verano, adquieren tan alta pigmentación que parecen negras.

Mucho antes de la inundación, el proyecto Slow Rose, bajo el lema “El olor no conoce límites” y cuyo fin era conservar la rosa negra, fue elegido entre los seis mejores proyectos del mundo en Cittaslow International.

Ahora, el futuro de esas flores únicas es realmente incierto, como muchas otras cosas en ese lado del mundo, donde en conflictos como el Israelí-Palestino el irrespeto a la vida humana tampoco parece conocer límites.