ESTRENO DE BALLET: La hora novena

El Ballet Nacional de Cuba sigue siendo ejemplo de constancia. Pocas compañías cubana (por no decir ninguna) estrena con tanta frecuencia. Pocas compañías, por no decir ninguna, realizan tantas temporadas al año. La sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba acogió un programa combinado que incluyó el estreno mundial de La hora novena, una obra de la coreógrafa británica Gemma Bond.

Es resultado del empeño de la agrupación que dirige Viengsay Valdés por ampliar el repertorio con la creación de coreógrafos de disímiles procedencias y estilos. No se trata de restar (hay que seguir bailando los clásicos de toda la vida, incluso, habría que renovarlos en buena medida), se trata de sumar nuevas tendencias, visiones de la coreografía contemporánea del ballet, que van más allá del neoclásico que la compañía incorporó hace mucho tiempo.

La hora novena explora otras dinámicas del movimiento, en un entramado de singular calado poético. La música es un monumento del patrimonio universal: La Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach, pero ese espíritu religioso de la partitura no se expresa con obviedad. Más bien es la base para una interesante alternacia de parejas, solistas y cuerpo de baile, que van armando secuencias en las que afloran disímiles propuestas compositivas.

Y no precisamente al estilo, se podría decir geométrico, del inmortal Balanchine, porque aquí se fracturan una y otra vez las convenciones académicas. Pero hay una coherencia estilística que evita disgresiones.

El elenco asume con entusiasmo la pieza, y aunque aquí y allá se notan todavía ciertas dificultades en la uniformidad del conjunto, es plausible el desempeño de solistas como Daniela Gómez y Diego Tápanes.

Poco a poco los bailarines van incorporando nuevas lógicas. De eso se trata.

Hay que destacar la feliz confluencia de los teatros líricos Nacional y de Holguín en el escenario, junto al desempeño de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana.