ESTRELLAS: La tórtola que bailó rumba

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ESTRELLAS: La tórtola que bailó rumba
Fecha de publicación: 
11 Enero 2024
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Fue como se dice una mujer de armas tomar, decidida a vencer todo cuanto se opusiera a su realización artística, a su deseo pleno de liberación en lo más íntimo y personal. La española Carmen Tórtola Valencia se familiarizó desde niña con la danza que se convertiría en su gran pasión. Su vida tan llena de episodios diferentes y en la que no faltaron los secretos, la han convertido en una leyenda.  

Nació el l8 de junio de 1882, en Sevilla, España, de padre catalán y madre andaluza. Varios de sus biógrafos han hallado imprecisiones en sus orígenes, y algunos afirmaron que descendía de una familia real y otros de un noble inglés.
 
De pequeña viajó a Londres donde sus progenitores se establecieron. En sus estudios halló inspiración en la norteamericana Isadora Duncan. A la sevillana la acogieron los famosos Ballets rusos de Diaghilev. Ella tuvo actuaciones en el cine mudo en Estados Unidos y apareció en los filmes Pasionaria y Pacto de lágrimas.

Su estreno como danzarina ocurrió en 1908 en el Gaity Theatre de Londres con la obra Havana. Luego, la aplaudieron en el Follies Bergere de París. Seguidamente, viajaría por Rusia, Grecia y la India. Conquistó al público del Gran Teatro de Arte de Munich; y allí por sus sólidos conocimientos la nombraron profesora de estética. Una de las más calurosas ovaciones la recibió en Barcelona, junto a la estelar cupletista Raquel Meller.

Durante su esplendor atrajo a hombres que se rindieron a sus encantos y se asegura que algunos que la amaron en el lecho o tal vez desde el silencio se suicidaron por ella. Por muchos años Tórtola tuvo una relación sentimental con Ángeles Magret-Vilá, a quien llegó a adoptar.

No dudó en desafiar los conservadurismos de su tiempo y se impuso en los medios artísticos. Vegetariana, interesada en el budismo, llevó la antropología a la danza. A su estilo reinterpretó los bailes procedentes de regiones africanas,  árabes e indias. Causó furor.
                        
A finales de 1917, llegó a México Tórtola Valencia dispuesta a destronar a María Conesa, La gatica blanca, y ponerse la corona que esta ostentaba como reina única en la escena teatral. La sevillana viajaba con numerosos baúles con la fastuosa ropa que ella misma diseñaba. Eran los años en que en el llamado teatro frívolo triunfaron las que han sido consideradas “abuelitas de la rumba” como Lupe Vélez antes de llegar a Hollywood, Amparito Arozamena, Lupe Rivas Cacho, Mimí Derba, La Bella Carito, entre otras ...

El poeta nicaragüense Rubén Darío alabó los encantos de Tórtola y no dudó en bautizarla como “La bailarina de los pies desnudos”. También al referirse a ella, la escritora Emilia Pardo Bazán la calificó como la reencarnación de Salomé.
Se comentaba que el Papa Pio XI estaba decidido a excomulgar a quienes bailaran tangos por calificar esa música de pecaminosa. Al enterarse Tórtola, quien se encontraba entonces en Valencia, decidió no solo retarlo sino anunciar que no  solo los interpretaría sino que lo haría sin prendas interiores.

Durante su estancia en México, Tórtola actuó en los coliseos Abreu y el de Virginia Fábregas y recibió la continua admiración de poetas como Ramón López Velarde, solícitos periodistas, músicos, gente del teatro. Periódicos y revistas de aquella época reseñaron su extraordinaria actuación en Kalidurga, una de sus mayores cartas de presentación. En otros momentos, la diva sevillana rumbeó de lo lindo. Después de aquellos triunfos viajó a otras naciones y retornó al país azteca, donde como en su primera vez y a su modo, interpretó la rumba cubana.

Siempre motivada por el arte, Tórtola hizo una exposición en Galerías Layetanas, de Barcelona, en la que mostró 45 de sus valiosas pinturas sobre la danza.

Prendada de México y Perú, en sus visitas reunió una inestimable colección de piezas de arte precolombino.

Durante su rica trayectoria creó obras como La Bayadera, Danza de la serpiente, Danza africana, Danza árabe… La imagen de la artífice se popularizó en el perfume Maja, de la casa de cosméticos Myrurgia.

Falleció el l5 de marzo de 1955 en su hogar. El cementerio de Pueblo Nuevo en Barcelona guarda sus restos. Inspirada en esta pionera de la liberación de la mujer se han escrito varias libros  y obras de teatro.

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