Entonces, ¿da o no la cuenta en el agromercado? (+ Fotos)
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La ecuación suministro más precios de los productos agropecuarios no siempre ha arrojado las más deseadas respuestas exactas y confortantes. ¿Problemas al sumar o restar, al hacer la conversión de kilogramos a libras, falta de calculadoras o de pesas?
Como un efecto cíclico, la tarea viene, va y regresa siendo siempre el mismo centro de debate. El tema no tiene fecha de caducidad porque es infinito y todavía no se consigue coordinar tantos puntos por un mismo vértice. ¿Imposible de controlar?
Las redes sociales han conformado dentro del esquema económico y social un buen termómetro de la opinión y las rutinas diarias y públicas en cualquiera de las sociedades y contextos en que se utilicen. Los agromercados también están en Facebook.
A partir del pasado 1ro de enero fueron aprobados los nuevos precios máximos minoristas en pesos cubanos de los productos agropecuarios de primera calidad en toda la red de comercialización de La Habana por las formas de gestión estatal y no estatal.
Y como si fuera el real libro de quejas y sugerencias, tanto las redes sociales como los espacios para comentar de cada uno de los medios de comunicación oficiales en Cuba, han funcionado como explanada para expresar insatisfacciones, incoherencias en torno a ello.
Por lo general, son más los disgustos que las satisfacciones por comercios desabastecidos, en otros los precios hacen récord con el salto largo a los topes, lo que se cobra no coincide con lo que hay encima de la pesa, ¿irrespeto al consumidor?
Empero, las buenas prácticas, aunque sean las menos, también hay que tenerlas en cuenta. El mercado que se presenta en la foto de arriba se encuentra en La Habana, específicamente en el municipio de Plaza de la Revolución.
Y no es producto de edición gráfica ni nada parecido. Los precios están acordes a lo estipulado, como bien se puede apreciar. Afuera sí es cierto hay aglomeración de personas que indebidamente no respetan el distanciamiento físico.
Hay quienes, para sentirse más seguros y resguardados del sol, cruzan la calle y se sientan tranquilamente en el parque del frente. En la cola no hubo alboroto, no hubo conflictos ni malentendidos, todos se comportan porque hay cierta organización.
A la entrada hay un hombre encargado de regular el flujo y la cantidad de clientes y además, garantiza de que uno por uno se limpie las manos con hipoclorito de sodio. Ese día había una tarima vacía, se notó en esa pequeña parte indicios de cierto desabastecimiento.
Pero en la otra, hacia la derecha, las personas recorren los pasillos, con nasobuco, unos tras y otros, y comentan entre ellos que, a pesar de tener que esperar más de una hora para entrar, tienen la garantía de poder comprar productos de calidad y al precio real pactado.
Así entran en su mayoría personas de la tercera, que incluso por el tema epidemiológico deberían evitar dichas salidas, pero despacio van por frutas, vegetales, viandas. Quien pesa y cobra es un muchacho joven y te bien atiende respetuosa y servicialmente.
La pesa es digital y el consumidor puede ver con sus propios ojos el precio del producto, lo que va pesando y el costo final. Realmente, como se dice al buen cubano, la cola camina rápido porque hay un buen engranaje dentro.
Este ejemplo nos demuestra que por haber casos negativos, no siempre significa que los buenos estén ausentes, y se demuestra que siempre que exista la disposición y convicción de hacer bien las cosas, estas se pueden lograr. La ecuación no siempre es inconclusa.
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