EN FOTO: Solidaridad en jabita
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La imagen es solo la conclusión, el final del episodio. Pero cuando al señor se le rompió la jabita y empezaron a rodar las papas sobre el asfalto, ni uno solo de los caminantes que por allí pasaban siguió indiferente su camino.
Como respondiendo a un aviso nunca dado, de todas partes corrieron solidarios a recoger las papas, que, huidizas, se iban loma abajo y con ellas “el salve” que representan por estos días y el tiempo invertido en la larga cola.
Era una escena aparentemente intrascendente, un instante más en el rompecabezas de este fin de año difícil. Pero no pude sustraerme al recuerdo de otra situación similar que presencié en un vestíbulo de hotel en otra geografía.
Allí, a una recién llegada se le abrió la maleta, y su contenido, ropa interior incluida, se desgranó a la vista de los otros que allí hacían estancia. Ni uno solo se dio por enterado, ni un músculo se movió para ayudar a la pobre mujer que, doblada, recolectaba sus pertenencias en medio del desamparo y la vergüenza.
El señor, que a esta hora seguramente ya habrá disfrutado de un puré de papas, agradeció a todos y siguió rumbo a casa con la “preciosa” mercancía, probablemente sin enterarse de que lo ocurrido, para todos los habitantes de esta Isla algo muy normal, en muchísimos lugares de este mundo es algo impensable.
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