En el Cotorro: Abrazos de Crystal que conjuran la pandemia
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La publicación podía haber pasado inadvertida, perdida en el torrente de apuntes que por estos días de Covid-19 inundan las redes sociales.
Pero al ver que se acumulaban agradecimientos y bendiciones en los comentarios de ese perfil de Facebook, me detuve a leer:
El Restaurante Café Crystal, del Cotorro, publicaba un anuncio a sus “Queridos clientes, amigos, hermanos, compañeros, compatriotas”.
Luego de comunicar el cierre temporal del establecimiento a causa del nuevo coronavirus, agregaba:
“Anunció que solo estará trabajando en el restaurante nuestro administrador William gonzález Piñón y nuestro pequeño Gigante Chef David Torres, quienes se otorgan la tarea de cocinar las comidas para nuestros ancianos hasta que se nos acaben los suministros, ahora si alguien quiere ayudarnos con productos para garantizar la continuidad de estas comidas durante esta problemática será muy bienvenido, aceptado y sobre todo agradecido.
Viandas
Verduras
Proteínas cualquiera.
Gracias a todos por su apoyo”.
En realidad, quienes agradecían eran todos los que habían ido a comentar, y bastaba ver las fotos que publicaron de los ancianos recibiendo sus raciones, para convencerse de que el mayor agradecimiento era el de esas personas mayores.
Un rápido recorrido por el perfil de ese negocio por cuenta propia, muestra cómo primero siguieron trabajando, pero espaciando las mesas, tal y como se indicó; y cada uno de los trabajadores llevaba su nasobuco y aseaba sus manos con solución de hipoclorito, la misma que se ve en imágenes de la entrada.
Incluso, en otra de las instantáneas publicadas puede verse cómo meticulosamente habían colocado tras un cristal, mensajes de bien público sobre qué es la Covid-19, las medidas de prevención y qué hacer ante los primeros síntomas.
Ahora, decidieron cerrar las puertas, pero no sus corazones de buenos cubanos.
CubaSí intentó contactar con el dueño del establecimiento, pero, en su lugar, pudo conversar brevemente con Eduardo, el jefe de servicio.
Al comentarle sobre la inversión del restaurante al adquirir esos abastecimientos, que ahora dispensaban, perfectamente cocinados y de forma gratuita, su voz joven del otro lado del auricular respondió: “Yo no sé de la economía, de la contabilidad de aquí, pero ahora eso no importa”.
Sí, cuando el amor y la solidaridad con el prójimo se imponen, a muchos cubanos poco les importa el bolsillo. No digo todos, porque otros negocios y también hoteles están ofreciendo servicios parecidos, pero cobrando en CUC, incluso la transportación.
Al insistirle en que me ayudara a localizar al dueño, lo cual incluso podría servir para publicitar lo que hacían, volvió, sin saberlo, con grandezas: “Nosotros no estamos haciendo esto para que se publique”. Claro, pero difundir los ejemplos, ayuda a imitarlos.
Sobre los ancianos que beneficia el restaurante, llevándoles la comida a sus propios hogares, Eduardo acotó, como si eso disminuyera la importancia de lo que hacían: “pero no son muchos, son unos poquitos, nueve o diez…”
Pero la grandeza de gestos como este, que ahora se multiplican en toda la Isla, no se calcula en número, creo que ellos lo saben.
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