El Chino Heras en sus ochenta

El Chino Heras en sus ochenta
Fecha de publicación: 
5 Agosto 2020
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Un hombre al que les deben agradecimiento muchos escritores cubanos (y se lo tributan) cumple este miércoles ochenta años: Eduardo Heras León, conocido por sus amigos y admiradores como "El Chino". Premio Nacional de Literatura, su obra como cuentista se ubica entre las más significativas de la narrativa cubana del siglo XX, pero él, más que escritor, se realiza como maestro. Nos recibe en su casa para evocar momentos significativos de su itinerario creativo y persona.

—Algunos a estas alturas todavía menosprecian al cuento, comparado con otros géneros literarios…

—¡Imagínate! Que revisen la obra de Jorge Luis Borges, de Julio Cortázar, de Ernest Hemingway… Yo creo que es un género muy vilipendiado, pero no tienen razón. Es uno de los géneros más difíciles… y eso lo saben los escritores.

—¿Por qué usted decidió escribir sobre todo cuentos?

—Yo creo que la vida me lo pedía. Y le cogí el gusto. A partir de mi entrada en la Universidad empecé a escribirlos. Desde el principio me sentí muy cómodo con el cuento. No tuve necesidad de acudir a la novela, a pesar de que tengo una novela ahí, más de 200 páginas escritas y no me he decidido a terminarla…

—Usted tiene varios volúmenes de cuentos. ¿Hay alguno que crea que marque un antes y un después entre tanta producción?

—Yo creo que el mejor cuento que yo escribí es La noche del capitán. Creo que es el cuento que tiene más virtudes (si es que tiene algunas).

—Pero precisamente ese cuento le trajo ciertos problemas en una etapa de incomprensiones y errores…

—Ciertos no, me trajo grandes problemas. Pero quizás por eso le tomé tanto cariño. Un hombre como Luis Rogelio Noguera, a quien yo quería tanto, siempre me dijo que ese era mi mejor trabajo. Tengo que estar de acuerdo con él.

—Tuvo que irse a una fábrica a “purgar” sus “desviaciones” ideológicas por ese cuento… ¿Cómo asumió ese trance?

—A mí me sirvió mucho. Sobre todo como material para mis obras. Yo siempre digo que soy un escritor vivencial. He escrito lo que he vivido. Y ese período en la fábrica, que fue una etapa terrible en mi vida, contribuyó a mi formación. Me hizo un ser humano diferente. Me hizo conocer hombres maravillosos, gente extraordinaria: los obreros de este país. En definitiva, ese fue un aprendizaje extraordinario en mi vida.

—De ahí salió un libro…

—Más de uno. Salió Acero, salió A fuego limpio. Y algún que otro cuento suelto.

—Usted es uno de los referentes de la crítica de la danza, y específicamente el ballet en Cuba… Hábleme de su relación con ese arte.

—Yo recuerdo un día del año de 1956, cuando fui con mi madre al estadio de la Universidad y vi a Alicia Alonso bailando La muerte del cisne. Ese día el ballet me ganó para siempre. Me emocioné enormemente. A partir de esa experiencia empecé a ver ballet. Estuve un año en la Unión Soviética, haciendo un curso, y ahí vi mucho. Me di gusto. Yo creo que el ballet es el arte más completo, lo tiene todo: historia, música, expresión plástica, poesía y danza.

—¿Qué emociones lo embargaron cuando recibió el Premio Nacional de Literatura?

—Lo primero que hice fue besar a mi esposa y levantarle el dedo en señal de victoria. Pero sobre todo pensé en mi padre, quien murió cuando yo tenía 12 años y a quien yo le prometí que en el futuro iba a publicar los libros que él no pudo publicar. Me dije: cumplí contigo, viejo.

—Su labor en la promoción de la literatura es significativa. Y también ha sido profesor de muchos escritores cubanos, animador de importantes iniciativas formadoras. Hay una polémica siempre vigente: ¿De verdad se puede enseñar a escribir?

—Yo creo que sí, siempre que el aspirante tenga talento. La técnica se aprende, lo otro no se puede aprender. Pero si hay talento, se puede. La muestra es lo que hemos logrado en nuestro Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Ahí han llegado jóvenes que apenas podían pergeñar un párrafo y se han convertido en grandes escritores. Creo que lo principal es ponerle emoción, pasión a ese acto de enseñar. Yo, antes que escritor, soy maestro. Esa es mi vocación primaria. Y lo he demostrado con mi vida. Los libros que iba a escribir, en su gran mayoría ya los escribí. Lo más importante que dejo es lo que les aporté a los jóvenes escritores, por los que siempre aposté. Los jóvenes me han pagado con creces.

 

 

Comentarios

Conocí del chino Heras León al leer sus crónicas sobre los milicianos. De tan verídicas, tan honestas, tan reales, no fueron toleradas por ciertos "dirigentes culturales" durante el llamado quinquenio gris. Posteriormente supe de su estancia -destierro- en una fábrica y de la conversión de esta, entre otros, me atrevo a asegurarlo, de un embrión de lo que sería después Universidad para todos. Un detalle poco conocido. Fue también artillero e incluso se atrevió, con éxito, a corregir un manual soviético de artillería.. Felicidades y muchos éxitos.
energetico@blauvaradero.tur.cu

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