Eduardo Rivero: 85 años

Eduardo Rivero: 85 años
Fecha de publicación: 
13 Octubre 2021
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Eduardo Rivero hubiera cumplido hoy 85 años. Era un bailarín extraordinario. Un artista raigal. Un hombre de un talento y una sensibilidad fuera de lo común. Desde que comenzó a trabajar en el entonces Departamento de Danza Moderna del Teatro Nacional de Cuba se distinguió por la belleza de su línea, por su limpieza en la ejecución y por un dominio estilístico que lo ubicó en la vanguardia de esa agrupación. Ha quedado testimonio en filmaciones de la ICAIC. La calidad del movimiento de Rivero era absolutamente atemporal. Hoy sorprendería.

Pronto comenzó a coreografiar. Y como coreógrafo se consagró.

Se ha dicho muchas veces: Si hubiera que escoger una obra, solo una obra, para representar a la danza moderna en este país; si se hiciera una encuesta entre bailarines, coreógrafos, maestros y públicos para definir la más emblemática de las coreografías concebidas para la compañía que fundó Ramiro Guerra, hoy Danza Contemporánea de Cuba; si hubiera que seleccionar el gran hito de esa agrupación (y es una agrupación que ha marcado muchos hitos)... muy probablemente la mayoría coincidiría en una pieza, que es símbolo indiscutible de la cultura cubana: Súlkary, de Eduardo Rivero.

Ha pasado medio siglo de su estreno y Súlkary no ha envejecido. Uno ve la filmación que tres años después dirigiera Melchor Casals para el ICAIC y nota enseguida su monumentalidad, la iconicidad de su proyección plástica, la esencialidad del movimiento. Y la contundencia del planteamiento.

Su amigo y compañero de trabajo, el también coreógrafo Santiago Alfonso lo definió: "Súlkary les dijo a muchos que hasta ese momento miraban a los negros desde una mal disimulada 'superioridad' que había una belleza negra. Plena, potente. Y esa estética es impresionante. Fue la más hermosa y creo que la primera flor de un árbol que pronto daría frutos extraordinarios".

En La Habana, en Santiago de Cuba (ciudad a la que se trasladó a fundar compañía propia), en varios países de América y Europa, quedan testimonios de la obra inmensa de Eduardo Rivero. Su muerte privó a la danza cubana de uno de sus más significativos exponentes. Pero el suyo ha sido patrimonio compartido.

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