EDITORIAL: Marchar con los tiempos

Las intensas lluvias del 1 de mayo obligaron a posponer para este viernes 5 las mayores celebraciones. Sin embargo, no ha habido ni habrá aguacero que haga a los cubanos renunciar a sus metas, ni siquiera el violento y recrudecido vendaval del bloqueo impuesto por el gobierno estadounidense, que, frente a los odiadores, solo hace confirmar lo acertado del martiano bando que elegimos: el de los que aman y fundan.

El actual panorama económico del país, marcado por las limitaciones con el aseguramiento del combustible, es la causa de que el tradicional desfile por el Día Internacional de los Trabajadores no se celebre, en esta ocasión, en la emblemática Plaza de la Revolución, en La Habana, y tenga como escenarios otros espacios de la capital, que eviten las grandes movilizaciones de personas desde lugares lejanos.

Igualmente, en cada provincia y municipio del país se mantiene la conmemoración, pero en condiciones de racionalidad y austeridad.

No significa que se haya renunciado al espíritu de celebración por la jornada; imposible hacerlo, si se parte del extraordinario aporte de los trabajadores cubanos en momentos difíciles para la nación, asediada por un inclemente paquete de sanciones que se articulan desde la potencia del norte.

Y no significa que los cubanos no tengan la posibilidad de mostrar el mayoritario apoyo del pueblo a su Revolución. Millones marchan hoy, pero asumiendo alternativas.

En los trabajadores radica la fuerza mayor del proyecto de nación que Cuba se empeña en construir: el país mejor que merecen todos los ciudadanos. Ante el incremento de las presiones externas, hay que reafirmar la unidad y consolidar lo que el Presidente de la República ha llamado «resistencia creativa».

Este 5 de mayo es día de celebración y compromiso, pero el desafío es permanente. Y la nación cuenta con las reservas morales y el entusiasmo para asumirlo.