Dosis de alma y corazón, para conservar vidas
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En medio de una feroz batalla frente a la Covid-19, compleja y también veleidosa porque sus picos pandémicos la hacen más difícil, no existe otro lugar en el resto del planeta donde los niños de entre 2 a 18 años reciban masivamente dosis de vacunas para protegerlos de la enfermedad.
Es una noticia que pasa rápido, en cuestión de segundos somos capaces de expresarla, pero detrás de ella ha existido pensamiento, entrega, desvelos, preocupaciones, y ahora mucha alegría porque un proyecto como Soberana 02 para pediatría se hizo realidad, lo cual ha permitido que nuestra pequeña nación ocupe cintillos destacados a nivel mundial.
Conocida la estrategia de vacunación en el país para lo que resta del año, septiembre se ha convertido en mes clave: pues alrededor de cinco millones de personas recibirán al menos su primera dosis de vacunas lo que al decir de la Directora de Ciencia e Innovación Tecnológica del MINSAP, Ileana Morales en la Mesa Redonda de este lunes, ubica al país entre los líderes en las estadísticas de inyecciones diarias por cada 100 mil habitantes, con una tasa de 1,52, muy por encima de la media mundial.
Detrás de esos resultados, además de una nueva victoria de los científicos, están el respaldo organizativo de los vacunatorios, la disposición del recurso humano para alcanzar la meta propuesta, y la organización de los diferentes grupos y fechas por donde debe transitar cada una de las dosis de las vacunas.
Somos una nación de enorme privilegio y debemos resaltarlo en mayúsculas. Todo lo anterior contrasta con la situación mundial donde, según datos extraoficiales, la mayoría de los países se encuentran al margen del acceso a las diferentes vacunas. Por ejemplo en África, pero también Oceanía y en el Caribe, mientras la Organización Mundial de la Salud ha pedido a los países ricos donar más dosis antes de vacunar a poblaciones menos vulnerables.
Y no es solo la asimetría que se ha establecido en el tema de vacunación o acceso a vacunas producidas en el mundo, sino que no existe tampoco garantía de que se pueda administrar en muchos países las dosis correspondientes, ni mucho menos que alcance para todos, algo que no sucede en nuestro país donde se han organizado como un mecanismo de relojería, las fechas y momentos en que los diferentes grupos de edades deben vacunarse. Es otra garantía, un privilegio.
Ante el negativo panorama mundial derivado de la distribución de vacunas hacia las naciones más pobres, el secretario general de la ONU, António Guterres, lamentaba la “trágica cifra” de muertos en la pandemia y exigió hacer llegar vacunas a todo el mundo para frenar la enfermedad.
“Las vacunas son un rayo de esperanza, pero la mayoría del mundo sigue en la oscuridad. El virus avanza más rápidamente que las inoculaciones”, advertía Guterres.
Mientras, la directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa Etienne, reclamaba un acceso más justo a las vacunas y ponía como ejemplo que solo aproximadamente el 3 por ciento de la población de América Central y del Sur había completado su esquema de vacunación.
Con semejantes estadísticas, Cuba con más del 36 por ciento de su población total vacunada, y con un mes de septiembre donde 5 millones de compatriotas arrancarán con su primera dosis, pretende llegara a noviembre con el 92 por ciento de la población inmunizada, lo cual será un paso trascendental para este pequeño archipiélago que, con mucha inteligencia, empeño y consagración de sus científicos, acompañados por una permanente voluntad y apoyo gubernamentales, han superado cualquier expectativa en aras de proteger la salud de la población, en medio de un feroz y recrudecido bloqueo de Estados Unidos que impide el uso de componentes, materias primas y equipos necesarios para acelerar este empeño.
Son noticias que se dicen rápido, pero llevan consigo ilimitadas dosis de alma y corazón, para conservar vidas.
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