Detrás de un rostro se erige una idea, una vida
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Varias figuras públicas participan en la promoción y divulgación de mensajes comunicativos de gran valor social en Cuba.
Rostros que salen de su escena habitual para insertarse en otros mensajes comunicativos con lo cual logran una amplitud de alcances que mucho se agradece. Por estos tiempos hemos disfrutado del video clip “Desbloquéame”, de Raúl Torres, en el cual en un mismo plano de significación hemos encontrado al Dr. Francisco Durán, rostro imprescindible ya de la cotidianidad cubana, con muchos de los actores de la actual telenovela cubana.
Constituye una excelente idea, en ese sentido, situar junto a personalidades de la esfera del arte y la cultura a los actores más jóvenes de la telenovela en pantalla, con el fin de acercar este mensaje de soberanía e independencia que defiende el audiovisual a las generaciones más jóvenes identificadas con la narrativa de El rostro de los días.
Salidos de su zona actoral unos y del ejercicio de otras profesiones otros; todos convidan desde la informalidad a reflexionar sobre una realidad que nos concierne y representa.
En la actualidad, los actores Gretel Cazón y Damián Alonso (Ania y Samuel en la telenovela cubana referida) han sacado de las cuatro paredes de su casa los conflictos de incomprensión por la actitud machista de él para encarar la campaña “Evoluciona”, que promueve la eliminación del control machista y la no violencia hacia las mujeres y las niñas. A partir del uso de la dramatización han llegado con otra carga reflexiva a los televidentes; así se pierde la relación de opresión/subordinación para hacer resaltar la tan aclamada necesidad de respeto e igualdad entre géneros.
En el horario nocturno, exactamente a la hora de esperar los aplausos de agradecimiento hacia nuestros héroes anónimos de la salud, la mayoría de los actores de la telenovela protagonizan, a modo de mensaje, un emotivo poema dramatizado que encierra la intensidad de los días que corren. Se crea una armónica relación entre lo que expresa el texto escrito y el audiovisual, donde uno percibe las sensaciones experimentadas por los actores.
En esa pieza audiovisual se recrea un momento en el cual no es necesario recordar el rol de cada uno: en ese instante no hay protagonistas ni antagonistas, solo un aplaudido grupo de actores que establecen desde la empatía un vínculo muy cercano con el televidente. Esto sucede gracias a un loable texto que convoca a homenajear a ese otro grupo humano que desde su incondicionalidad protagoniza una narrativa esencial: la de enfrentar la cruenta realidad que nos persigue.
De ahí la responsabilidad de que personas mediáticas sostengan mensajes de bien público, especialmente desde la televisión. A partir de esa acción encarnan un compromiso ético y humanista que trasciende, por tanto, la elección de quienes dicen qué resulta vital, pues detrás de un rostro se erige una idea, una vida.
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Alberto
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