Desperdicio de alimentos: cifras que avergüenzan
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Foto: Magnum Photos / FAO
“El alimento que arrojamos a la basura lo arrancamos inicuamente de las manos de quienes carecen del mismo”. Así escribía el Papa Francisco al director general de la FAO, Qu Dongyu, con motivo del Día Internacional de Concienciación sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Fue en septiembre último, pero la realidad sigue siendo exactamente la misma; lo era antes y, dolorosamente, parece que así continuará.
Cerca del 14 % de los alimentos que se producen en el mundo, equivalentes a 400 mil millones de dólares anuales, se pierden luego de cosechados y antes de llegar a los comercios.
A la vez, otro 17 % de esa producción— unas 931 millones de toneladas de alimentos— termina en la basura, lo mismo de los mercados que de los consumidores. Sobre todo en los hogares tiene lugar una buena parte de ese lamentable desperdicio.
Así comunica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y resulta más chocante todavía al constatar por esa propia entidad internacional que este año suman 735 millones las personas con hambre en el mundo.
El año pasado eran 613 millones, ahora otros más de 100 millones han engrosado esa terrible sumatoria, cuyos indicadores más sombríos recaen en África, donde una de cada cinco personas sufre hambre, más del doble de la media mundial.
La crisis climática, las guerras y la pandemia han sido los principales condicionantes de este panorama, marcado por crisis alimentarias cada vez más graves.
Son cifras escandalosas que contrastan con inversiones multimillonarias para otros fines, a veces tan malsanos como la carrera armamentista.
Pero aun cuando hubiera un solo humano pasando hambre en este planeta, sería ya motivo suficiente para la vergüenza, y también para la acción.
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