Del Sahara: venturas y desventuras de unos polvos

Ya había pasado con bajas concentraciones por Cuba y al momento de redactar estas líneas la nube de polvo del Sahara andaba por el sureste de Estados Unidos luego de extenderse por el Atlántico tropical con una ristra de días muy secos, calurosos y marcados por la bruma.

Imagen captada el 9 de julio / tomada de Facebook

Los satélites y otras alternativas de observación y estudio no le han quitado el ojo a este que es, en definitiva, un fenómeno natural que anualmente, sobre todo en los meses de junio, julio y agosto, se hace presente en este lado del mundo.

Se trata de un polvo compuesto por micropartículas de arena y varios minerales que,  impulsado sobre todo por los vientos alisios que soplan de este a oeste, viaja unos 7 mil kilómetros, proveniente del desierto más grande del mundo, al norte de África, hasta el continente americano.

Cada año, entre 50 y 200 millones de toneladas de ese polvo llegado del Sahara recorren ese largo camino al ser impulsadas por vientos fuertes, capaces de transportar esas pesadas partículas en un viaje intercontinental.
 

Polvo del Sahara en España, marzo del 2022, visto bajo el microscopio. Foto: captura de pantalla Youtube

Tales vientos tienen lugar usualmente a fines de la primavera y principios del otoño, cuando esas toneladas de polvo son elevadas a una capa de aire caliente y seco, llamada capa de aire sahariana, generalmente ubicada en los niveles medios de la tropósfera, a unos 500 metros sobre la superficie terrestre, y a veces alcanza hasta 3 km de espesor.

Dicha capa o nube de polvo atraviesa el Atlántico e impulsada por los vientos alisios alcanza el Caribe y otros territorios más al norte, donde termina depositándose, aunque restos de esos polvos han sido detectados en lugares tan alejados como Groenlandia.

La capa de polvo del Sahara se extiende desde la superficie terrestre hasta los niveles medios de la tropósfera (hasta los 5 o 6 kilómetros de altura), es cálida, seca, estable y suele inhibir la formación de lluvias.

El año pasado no fue abundante la presencia de ese polvo; tan escasa resultó que fue calificada como la menor cobertura registrada en las dos últimas décadas. En esta oportunidad, su magnitud es algo mayor.
 

Foto: tomada de ecooosfera.com

Conveniencias e inconveniencias del polvo del Sahara

Dichos polvos son abundantes en nutrientes esenciales, como el fósforo, el cual es determinante para el crecimiento de las plantas y solo en El Amazonas, investigaciones científicas han calculado que cerca de 22 toneladas de fósforo quedan depositadas allí gracias a este fenómeno.
 

Foto: tomada de pagina12.com.ar

También los nutrientes portados por el polvo sahariano favorecen los ecosistemas marinos, destacándose el fitoplancton. Dicho polvo tributa más de 70% del hierro que necesitan los microorganismos fotosintéticos marinos. Sin embargo, puede resultar perjudicial para las barreras coralinas en particular.

Existen señales de que este polvo tiende, temporalmente, a reducir la formación de ciclones tropicales en la cuenca del Atlántico.

Las desventajas del polvo del Sahara se asocian sobre todo a consecuencias para la salud humana debido a que disminuye la calidad del aire, pero ello afecta sobre todo a quienes padecen de problemas respiratorios porque las finas partículas pueden irritar las vías respiratorias y empeorar condiciones como el asma o la bronquitis.

Podrían ocurrir reacciones alérgicas en algunas personas dados los alérgenos que puede contener este polvo como polen y esporas de hongos.
 

Foto ilustrativa: iStock

De igual modo, puede afectar los ojos causando irritación y sequedad, e irritar la piel.

La falta de visibilidad es otro contratiempo asociado a este suceso y si la densidad del polvo es significativa, puede limitar la conducción y la navegación.

En general, la relevancia de los efectos se asocia al nivel de concentración de partículas y al tiempo de exposición a este polvo. Fue en junio de 2020 cuando tuvo lugar el peor acontecimiento de este tipo en los últimos 50 años debido a que la calidad de aire disminuyó a niveles muy insalubres.

La ONU en acción 

Considerando el impacto de los polvos del Sahara y también de fenómenos similares, la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) acordó el pasado 10 de julio dedicar el decenio entre 2025 y 2034 a la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo, para prevenir y mitigar los efectos de esos fenómeno.

Una resolución emitida al efecto señala los efectos nocivos de las tormentas de arena y polvo para la salud humana, especialmente en zonas áridas, semiáridas y otras.

Foto: tomada de Tiempo.com

En consecuencia, solicita reforzar las estrategias de protección, sobre todo en los países afectados.

Sucede, según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, que las tormentas de arena y polvo son un problema subestimado cuya frecuencia ha ido en aumento en determinados lugares.

Y, de acuerdo con dicha fuente, al menos el 25 % de las actividades globales de polvo se originan por acciones del hombre. Sin ignorar que estos fenómenos son parte de los ciclos bioquímicos naturales del planeta, vale subrayar con línea roja que, como se ve, casi a cuarta parte de esos imponentes acontecimientos son inducidos por el ser humano y se asocian al cambio climático, la gestión insostenible de la tierra y al uso del agua, entre otras.

Cada año, unas 2000 millones de toneladas de polvo se elevan a la atmósfera y, según el informe  Efectos de las tormentas de arena y polvo en los océanos, incluso los elementos más pequeños pueden tener efectos sustanciales en el funcionamiento de los ecosistemas y en el sistema terrestre en general.

No por gusto el año pasado, la Asamblea General proclamó el 12 de julio como Día Internacional de Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo para su celebración anual.
 

Tormenta de arena en Kidal, Mali. Foto: Blagoje Grujic / ONU