DE LA HISTORIA DEPORTIVA: En defensa del oro de nuestros floretistas en San Luis 1904
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Ramón Fonst Segundo es el cubano que ha conquistado mayor cantidad de medallas olímpicas: 4 de oro y una de plata. Considerado uno de los más destacados esgrimistas de todos los tiempos, grande entre los más grandes deportistas, tenía 17 años cuando fue el mejor espadista en París 1900 y terminó segundo en la categoría profesional. Cuatro años después, en San Luis, repitió la victoria, venció en florete e integró el equipo dorado de esta especialidad.
Sin embargo, en algunas estadísticas no aparece ese triunfo colectivo, y a esa ausencia la califico de injusticia y error. También hay negativas relacionadas con aquel segundo sitio. Basado en mis estudios sobre el certamen rescatado por el francés Pierre de Coubertin, salgo en defensa del citado título y a la otra presea, ganadas en buena lid en un programa propio del momento. Primero me referirá a varias obras que tratan la cuestión.
La publicación Sports Facts and Figures Guide, entregado a la prensa en Beijíng durante la gran fiesta XXIX, con el beneplácito del Comité Olímpico Internacional (Coi), ratifica el éxito de Fonst al situarlo en el puesto diez por sus 4-1-0 en el torneo mayor de la esgrima, y dar la misma posición a la patria del atleta en la misma lista, con 4-3-3. El resultado es reconocido también por los cubanos José Elías Bermúdez, en Por los caminos del olimpismo, sus coterráneos Irene Forbes, Ana María Luján y Juan Velásquez en Famosos y desconocidos Cubanos en Juegos Olímpicos, y el español Juan Fauria en Historia de los Juegos Olímpicos.
En mi libro Las Olimpiadas, de Arenas a Moscú, abrazo semejante visión aunque expreso algunas aclaraciones, en las que profundicé mucho más posteriormente. He aquí mis líneas arregladas ahora sobre todo en el contenido: Cuba arrasó en esgrima. Los papeles dicen sí pues sus representantes, con Ramón Fonst a la cabeza, triunfaron en las individuales de sable, vara (bastón), espada y florete; en esta especialidad alcanzaron la alegría en lo colectivo además. Hay que ir más allá de los papeles. Un extranjero, amigo de Fonst, de origen alemán y de ciudadanía estadounidense, residente en La Habana, integró el conjunto: Albertson Van Zo Post.
Las principales potencias de la especialidad estuvieron ausentes: Francia, Italia, Hungría. Albertson se coronó en vara, formó parte de los ases del florete, finalizó segundo en lo personal, y consiguió bronce en las dos convocatorias restantes. Debemos esclarecer que los demás deportes se vieron debilitados en cuanto a participación por la lejanía del escenario en tanto el desarrollo del transporte de la época y sus elevados gastos.
Adiciono: todavía la lidia no poseía la comprensión, la popularidad y el amor ni era dueña del vigor que lo convertiría en la más trascendental fiesta del músculo y más allá. De contra, al aliarse de nuevo con una exposición internacional de comercio, el olimpismo salió herido. En este caso, la Lousiana Purchase Exposition dominó demasiado el panorama. La extensa duración y las excesiva cantidad de pruebas dañaron.
Según los expertos, la prensa, los propios actuantes, en San Luis se dirimieron en gran medida los torneos norteamericanos, y por su espectacularidad desmedida, el racismo, la inhumanidad de las pruebas antropológicas y otras anomalías, en aquella juerga deportiva -la llamaron así varios periodistas- se efectuaron contiendas bien lejos de lo deportivo. Hubo campeones y... campeones. A todos se les premió como tal; por cierto, por vez primera se entregaron medallas en el clásico a los vencedores. Mas lo anterior no significa el desconocimiento a a los galardonados en las justas iniciales... Eran los Juegos, era la etapa, eran sus ases.
Fortalecen mi defensa ante todo, la validación de los galardones de Zo Post, colocados en el medallero de EE. UU., como debe ser. Por tanto, merecen la misma decisión los de Fonst y el colectivo de su coterráneo Manuel Díaz, el mejor sablista del evento y, a la vez, el segundo latinoamericano premiado en el olimpismo. Es más, en honor a la verdad, podían tenerse en cuenta las de los nuestros en pruebas posteriormente eliminadas del programa, como se hizo con otras. Además, se reportan de legítimas varias efectuadas ya desde Atenas con la participación de dos seleccionados y hasta de representantes varios de una sola delegación. Claro, el colmo en San Luis.
Señalaré algunos ejemplos vigorizantes de la salvaguarda que protagonizo. En los 110 con vallas de los Juegos iniciales, oro y plata para Curtis y Goulding, de USA e Inglaterra respectivamente, sin que corrieran los otros finalistas. Solo dos acudieron a la decisiva del tenis que terminaron así: primero el inglés Bolan; segundo, el griego Kasdaglis. Lo peor: en dobles, venció la pareja formada por Bolan y el alemán Thraun. Dos de la sede, ubicación plateada. Y más ningún dúo actuó. En diversas convocatorias de tiro, solo se batieron helenos, únicamente título y segundo puesto otorgados: no hubo más contendientes. En gimnasia, victoria en barra fina al único conjunto representado: el de los germanos. En el escalamiento de la cuerda, uno y dos para Grecia, los únicos participantes.
En París 1900, pasaron cosas parecidas en diversas disciplinas. ¿Qué les parece lo expresado por Bermúdez en Por los caminos?: "En par de largos con timonel, los remeros holandeses Francois Brandt y Reolof Klein consideraron que Hermanis Brockman, timonel de la embarcación, era muy pesado, por lo que decidieron sustituirlo por un miño francés cuyo nombre se desconoce, aunque se aprecia en las fotos que debió tener entre 7 y 10 años, lo cual lo convierte en el medallista más joven en la historia de los Juegos". Adiciona el investigador: "...en la final de los cuatro remos largos con timonel, se presentó una situación inusual que determinó que al final se reconocieran las dos pruebas semifinales como finales". En 1904, oro, plata y bronce para tres equipos de Estados Unidos
En el relajo sanluiseño de 1904 dejaron chicos a las citadas muestras. Por delante, en el debut del boxeo, subieron al ring solo competidores estadounidenses y existieron actuantes en más de un peso, incluso, Kirk se agenció par de coronas, la de los plumas y la de los ligeros; y el monarca de los welter, Spanger, resultó segundo entre los medios y el amo semipesado, Mayer, fue el plateado entre los completos.
El rey de los deportes no quedó incólume. Enrique Montesinos lo expone en Colosos del atletismo: distintas medidas debido a los intereses de los escenarios, en las llamadas carreras por equipos, en desuso posteriormente. Ínfima participación y la inclusión del australiano Stanley Rowley en la representación británica vencedora en los II Juegos y la del galo Albert Corey, cuatro años más tarde, en la de los vicetitulares de la prueba, los estadounidenses del club Chicago AA, superado por el otro presente: New York AC. ¿Y qué me dicen de la victoria de USA en el primera aparición del relevo 4 x 400 en Londres 1908, programada a 200, 200, 400 y 800 metros?
Casi todos estos resultados han sido reconocidos y los que faltan debieran ser considerados de la misma manera. Debemos tener sentido del momento histórico y saber que ningún ámbito de la sociedad se desarrolla en línea recta. En los recovecos, en la vuelta a pasar por el mismo espacio, aunque con mayor paso, hay tanto de logro. Y el olimpismo no escapa.
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