Danel Castro: un leñador de tres décadas en el beisbol cubano

Cuando Danel Castro salga al cajón de bateo el próximo 9 de marzo en el día inaugural de la 63 Serie Nacional de Beisbol estará jugando su campaña número 30 en Cuba, un récord muy difícil de igualar en cualquier liga del mundo.

Nadie pudo imaginar en el ya lejano 1994 que aquel joven tunero, debutante con apenas 18 años, llegaría a convertirse en un ícono de este deporte por su longevidad y mucho menos que 28 temporadas después sería proclamado el rey de los imparables, en un país donde los grandes peloteros salen debajo de las piedras.
  
Su nombre quedó grabado con letras doradas en los anales de la historia la mañana del 22 de noviembre de 2022 cuando a sus 46 primaveras conectó un cuadrangular dentro del terreno para quebrar la marca de dos mil 378 indiscutibles en poder del capitalino Enrique Díaz.
  
Pero «La Pantera de Manatí», que firmó la hazaña en el estadio Nelson Fernández de Mayabeque con el uniforme de Centrales, tenía aún mucha «gasolina en el tanque».
  
Un año y 50 días después en su casa del Julio Antonio Mella y vestido de leñador, como exigen esos guiones de filmes deportivos que estremecen a los espectadores, alborotó a sus parciales en las tribunas al arribar a la cifra redonda de dos mil 500 inatrapables.
  
Los dioses beisboleros espantaron a todos los jugadores al campo para que esa conexión cayera detrás de la medialuna y el legendario atleta atornillara su apellido en los libros de récords.
  
Bajo su liderazgo, los Leñadores de Las Tunas han vivido sus mejores años al alcanzar en las ultimas seis campañas dos trofeos de campeones, un segundo y dos terceros lugares.

Con el traje de las cuatro letras en el pecho, Castro participó en unos Juegos Olímpicos (Sidney 2000), dos Copas Mundiales (1998 y 2003), unos Juegos Centroamericanos (1998) y dos Series del Caribe (2014 y 2019), además de otros torneos como el de Haarlem (2010) y los Juegos del Alba (2011).

A sus 47 años se mantiene inamovible en el tercer turno en la alineación y como buena pantera mantiene su excelente visión, es lento, cauto y sigiloso en el rectángulo de bateo, desde donde acecha a su presa para seguir conectando en los momentos de alta tensión.