Dalhi y los héroes: una historia de amor
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Entre el título y la forma en que se miran en la foto, muchos habrán pensado que son pareja. Pues no, él es un muchacho que estaba pasando su Servicio Militar en el Comando 1 de Bomberos de Matanzas y fue de los primeros en acudir a la Base de Supertanqueros ante el mayor siniestro que haya conocido esta isla.
Conversamos un rato, nos confesó que en unos meses debería matricular en la carrera de Historia en la Universidad, pero no estaba seguro sobre qué hacer, pues lo que vivió aquella noche le avivó la vocación de convertirse en bombero profesional. Mi colega Yirmara Torres lo entrevistó justamente en la zona industrial, poco antes de la explosión fatídica de la que el muchacho consiguió escapar y estaba feliz de volver a verlo, así que este fue un diálogo informal y él aprovechó para hablarnos de ella, de la joven que trabaja frente al Cuartel de Bomberos, en la cafetería Plaza la Vigía, y que se convirtió en el ángel guardián de ellos, mientras ellos lo eran de todos en la ciudad.
Su nombre es Dalhi Aliette Pérez Abrahante. Nos llevó a conocerla y a ella le dejó el reto de echar a un lado la timidez y contarnos su experiencia: «Yo me sentí muy conmovida con todo lo que sucedió, desde el primer momento estuve ahí para darles el apoyo que se merecen, y ha sido formidable para mí poder ayudarlos y verles sus caras y cómo ellos me dicen a mí gracias, cuando nosotros somos los que tenemos que agradecerles eternamente. Es muy emocionante, me hace sentir bien poder ayudarlos, mirarles a los ojos y poderles decir gracias...
«No conocía a muchos, solo a algunos porque vienen a tomar café, y al esposo de una de mis compañeras de trabajo. Los estoy conociendo poco a poco, he interactuado bien con ellos, me he sentido bien, no tengo a veces palabras para decirles lo grandiosa que ha sido su labor».
Cuando los muchachos del Comando 1 aseguran que ella los ha cuidado, Dalhi asegura que a través de sus manos llegó también la solidaridad de muchas personas:
«Tuvimos la colaboración de mis compañeros y les llevamos refresco, papas fritas de aquí, del trabajo. Una muchacha de Versalles, Gretel, ofreció también algunos refrescos, otros yo los compré con mi propio esfuerzo. En momentos como este no importa si tienes que gastar dinero, no importa nada. Tuve personas que me ayudaron con el transporte para poder traerles las cosas, el hielo de aquí, de mi trabajo, que no faltó. Tuve la colaboración también de una panadería que me hizo panes, mi mamá me hizo pasta de bocadito...»
Ella se encargó también de imprimir la foto para el homenaje íntimo que ellos mismos dedicaron a Eliecer Correa, el joven oficial que sus compañeros lograron rescatar del fuego y luchó por su vida como el valiente que era: «cuando llegué al Photoservice, tampoco me quisieron cobrar. En todas las puertas que he tocado he encontrado solidaridad.
«He estado ahí, al lado de cada uno de ellos, dándoles un abrazo que tú sientes que te llena el alma, y eso no tiene comparación con nada», entonces, aunque no sea la historia de amor que usted imaginó, me atrevo a aconsejarle que se quede con quien lo mire como se miran ellos.
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