CRÓNICAS BIEN CORTAS: Amor y zanahorias
especiales
En la larga y poco sosegada cola frente a un mercado en Alamar, una señora intentaba guardar distancias. Era difícil, la gente temía que alguien se colara y se concentraba al principio de la fila. La señora clamaba por el respeto a las más elementales normas de la urbanidad, pero nadie parecía escucharla. Se cansó. Abandonó la cola. Pero antes les dedicó un exaltado discurso a los presentes:
"Me voy. Ningún pollo vale más que mi salud. Hoy voy a comer huevo hervido y ensalada de vegetales, que es una comida muy sana. Pero antes de irme les dejaré un consejo: Amor y zanahorias, esa es la fórmula de la felicidad. Amen al prójimo y reduzcan el colesterol. Y póngase bien el nasobuco, señora, que no es solo para tapar la boca. La nariz le luce más bonita si se la tapa también".
Y se fue muy oronda, por la acera del frente.
Añadir nuevo comentario