CRÓNICA BIEN CORTA: Mi amigo el Che
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Se hacía llamar Atanasio, era haitiano y había venido a Cuba en la década del 30 para reunir dinero y poder regresar a su país y ayudar a su familia. Terminó cortando caña y se murió aquí, con más de noventa años. Nunca volvió a su pueblo natal.
A principio de la década de los sesenta era ya un hombre mayor, pero seguía trabajando con ímpetu, ahorrando para ver si un día podía cumplir su sueño. Y trabajando, en plena zafra, un día dice que conoció al Che.
El cuento me lo hizo muchas veces en el portal de la casa de mis abuelos, que eran sus vecinos.
"Era muy temprano, yo estaba afilando mi mocha y él llegó, en una visita. Iba fumando un tabaco. Se puso a conversar con nosotros y preguntó quien era el más viejo. Era yo. Cuando se enteró de que yo era haitiano me dijo que un día Haití iba a ser un país libre de verdad. Se me aguaron los ojos pensando en mi tierra. Y él me abrazó. Mi amigo haitiano, me dijo. Y se fue".
Mi abuelo decía que a lo mejor esos eran cuentos, porque él no recordaba que el Che hubiera ido nunca a un cañaveral en Violeta. Pero lo cierto era que cada vez que veía una foto de Ernesto Guevara, Atanasio exclamaba: "¡Mi amigo el Che!".
-Ese amigo tuyo era grande de verdad, Atanasio -le decía mi abuelo.
-No, era más o menos de mi tamaño, pero el corazón no le cabía en el pecho.
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Angel Alberto
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