¿Cómo ha afectado la COVID-19 el proceso educativo infantil?

Con el diagnóstico de los primeros casos positivos al virus SARS-CoV-2 a inicios de este 2020 y su rápida propagación por numerosas naciones, el confinamiento y el aislamiento social constituyeron entre las primeras medidas pertinentes para frenar la desenfrenada transmisión de esta enfermedad.

La expansión del nuevo coronavirus y los estragos que iba y va causando día a día, de forma rápida y ascendente a nivel mundial, obligó a que diversos e incontables centros laborales se paralizaran, y con ello los servicios educativos de los países afectados quedaran bruscamente interrumpidos.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) comunicó recientemente la alarmante cifra de que alrededor de 40 millones de niños en todo el mundo han perdido la educación de la primera infancia, específicamente el año preescolar, debido al cierre de instalaciones de cuidado infantil y educación temprana.

Henrietta Fore, directora ejecutiva de la UNICEF declaró que si bien el cuidado infantil y la educación de la primera infancia construyen una base sobre la cual se basan todos los aspectos del desarrollo de los niños, en estos momentos la pandemia está poniendo esa base bajo seria amenaza.

El informe, Cuidado infantil en una crisis global: el impacto de COVID-19 en el trabajo y la vida familiar, señala que el cuidado de los niños es esencial para proporcionarles servicios integrados, afecto, protección, estimulación y nutrición, lo que al mismo tiempo les permite desarrollar habilidades sociales, emocionales y cognitivas.

Antes de la pandemia ya eran cuantiosos los infantes que se quedan en casa y no obtenían el juego y el apoyo de aprendizaje temprano que necesitan para un desarrollo saludable. Se estima que, en 54 países de bajos y medianos ingresos con datos recientes, alrededor del 40 por ciento de los niños de entre 3 y 5 años no recibían estimulación socioemocional y cognitiva de ningún adulto en su hogar.

También sucede que, ante las nulas o pocas opciones de cuidado infantil y educación temprana, específicamente las madres que laboran en el sector informal no tienen otra opción que llevarlos al trabajo.

El fenómeno es alarmante pues las cifras apuntan a que más de nueve de cada diez mujeres en África, y casi siete de cada diez en Asia y el Pacífico, que se desempeñan en el sector informal y no tienen acceso a ninguna forma de protección social, quedan atrapadas en ese círculo de empleos pocos confiables y mal pagadas, con lo cual se alimentan los ciclos intergeneracionales de pobreza.

Y como si fuera poco, ahora este escenario agudiza aún más la situación y a una escala indeterminada, pues aún está por verse y sentir la gravedad de la crisis que azotará a los más desfavorecidos.

La UNICEF asegura que “el acceso a guarderías y educación infantil de calidad y asequible es fundamental para el desarrollo de familias y sociedades socialmente cohesionadas” y por ello, “aboga por un cuidado infantil accesible, asequible y de calidad desde el nacimiento hasta el ingreso de los niños al primer grado de la escuela”.

Este organismo internacional de las Naciones Unidas aconseja a los gobiernos y empleadores adoptar políticas adicionales favorables para la familia que incluyen: permiso parental remunerado para todos los padres para que no haya una brecha entre el final del permiso parental y el comienzo del cuidado infantil asequible, arreglos de trabajos flexibles que abordan las necesidades de los padres que trabajan.

También propone invertir en la fuerza laboral de cuidado infantil no familiar, incluida la capacitación y aprobación de sistemas de protección social que incluyen transferencias de efectivo que llegan a las familias que trabajan en empleos no formales.

“La pandemia de COVID-19 está empeorando la crisis mundial de cuidado infantil (…) Las familias necesitan el apoyo de sus gobiernos y sus empleadores para capear esta tormenta y salvaguardar el aprendizaje y el desarrollo de sus hijos”, puntualizó Fore.