Clásico Barca-Madrid: El sábado se vistió de merengue
especiales
Un clásico épico, con el travesaño del Madrid estremecido en los compases finales para negarle la igualada al Barcelona, con Kareem Benzema iluminado y capaz de abrir la senda victoriosa merengue de taconazo… con lluvia, pulsaciones a flor de piel y entrega al límite definida 2-1 para los del Real.
Un clásico en toda su dimensión, una batalla épica en materia de planteamientos desde antes del silbatazo inicial. Zidane confiando en Militao y con Vinicius Jr. en punta; Koeman variando el once inicial que le había mantenido sin conocer la derrota en 19 fechas. Así comenzó la batalla a “muerte”.
Lo cierto es que las huestes de Zidane aprovecharon esa primera media hora para sentenciar el choque, su tercer triunfo consecutivo en los últimos clásicos, cadena que no hilvanaban desde 1978.
Entregaron el balón en el medio campo, pero presionaron y una vez con este en sus botines enviaban al frente a sus artilleros, con pases quirúrgicos, aprovechando la velocidad endemoniada del Vini, el tino y la visión de Benzema, y la precisión de Tony Kroos en los balones largos a las espaldas de la zaga culé, que, si bien se plantó sólida, fue quebrantada en esa contra que culminó con el taconazo de Benzema.
Corría el 14 y la tónica del encuentro pintaba a blanco. Comenzó el Barca a salir con mayor seguridad, de las piernas de Busquets y Frankie de Jong, y Messi multiplicado para hacer circular la esférica.
El planteamiento de marcaje escalonado de Zidane sobre el astro argentino funcionaba a las mil maravillas, asfixiándolo fundamentalmente en las inmediaciones del área.
Corría el reloj y a la altura del 28 una peligrosa falta de Araujo, nuevamente sobre el bólido-fantasma de Vinicius en los linderos del área ponía las cosas aún más cuesta arriba.
De las botas de Kroos caería el segundo, tiro libre venenoso que rebotó en la espalda de Dest y justo en la línea no alcanzó a desviar Jordi alba con su testa.
Sufría el Barcelona, se esforzaban al máximo Mingueza y Araujo, “imberbes” aún para un duelo de semejante magnitud, y el marcador reflejaba un 0-2 prácticamente irreparable.
Del otro lado un Madrid muy transversal se dedicaba a buscar los espacios por velocidad y a partir de esa ventaja más holgada retrasó un poco sus líneas.
El Barca aprovechó la posesión (69-31% a la postre), y antes del descanso Courtois tuvo que exigirse para desviar un córner en extremo tóxico cobrado por Lio.
Antes estuvo a punto el Madrid de colocar el marcador de goleada, pero el palo se lo negó a Valverde, y Ter Stegen a Lucas Vázquez.
Tras el descanso se vino la segunda temporada de la guerra táctica. Koeman metió a Griezmann por Dest y volvió a buscar su planteamiento exitoso de fechas precedentes.
También introdujo a Sergi Roberto tratando de ganar en claridad y lucidez en el medio campo, sobre todo por el carril derecho.
Le funcionaron los movimientos a Koeman, el Barca llegaba con mayor peligro y la inyección de piernas frescas trajo dividendos en ataque.
Pisaron el césped del Di Stéfano, Trincao y Moriba por los blaugranas, ante lo cual la respuesta de Zidane, a esas alturas presto a preservar el marcador, pero sin deponer las armas en un repliegue total, no se hizo esperar.
Isco, Marcelo y Asensio llegaron para inyectarle carácter, experiencia y oxígeno a los merengues, que tuvieron en la paudsa a uno de sus mejores aliados.
Mayor flema y ecuanimidad, derivada del kilometraje de los introducidos, amén de que a mi criterio Benzema no debió abandonar la cancha.
Los últimos 20 minutos, si bien se jugaron de poder a poder, inclinaban la balanza hacia un posible empate culé Messi se asociaba con Alba, Griezmann aparecía, y Sergi Roberto se mostraba incisivo por derecha. A tal punto se volcó el Barca al ataque, que forzaron la expulsión por doble amarilla de Casemiro, una pieza medular en el ajedrez de Zidane, salida que a la postre no devino determinante.
Pero las intenciones y ocasiones no fueron suficientes. La lluvia se mostraba como un adversario más para ambos onces, y ya casi en el ocaso con toda la carne en el asador, el palo de Moriba y su expresión de brazos cruzados sobre la nuca lo resumía todo:
Estoicismo a ambos lados, un clásico que siempre es un manjar para deleitar y un Madrid que mantiene su estado de gracia, luego de la victoria en Champions 3-1 ante el Liverpool.
Tercer clásico en línea sonrientes, y por si eso no bastara igualada en la cima de la tabla de posiciones de la Liga con el Atlético de Madrid, ambos dueños de 66 puntos, y el Barca acechando a una raya.
A veces no alcanzan las palabras para describir una obra de arte futbolística como la que presenciamos esta tarde de sábado, con todo y la lluvia.
Cayeron los culés, escribí con una mezcla de pesar y satisfacción, el orgullo herido pero… tuve una tarde feliz.
- Añadir nuevo comentario
- 2284 lecturas
Comentarios
Duniesky Aguilar
Añadir nuevo comentario