Científicos resuelven enigma clave sobre los dinosaurios depredadores
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Foto: N.C. State University
El hallazgo de un esqueleto completo del Nanotyrannus lancensis en la Formación Hell Creek, en Montana, permitió resolver uno de los debates más antiguos de la paleontología: la verdadera identidad de ese dinosaurio.
El estudio fue publicado en la revista Nature. Se aclaró que el Nanotyrannus no fue una versión juvenil del popular Tyrannosaurus rex, sino una especie adulta y distinta.
Este descubrimiento transforma la comprensión sobre la diversidad de depredadores en los últimos días del Cretácico.
Durante décadas, los paleontólogos utilizaron fósiles de Nanotyrannus para estudiar el crecimiento y comportamiento del T. rex.
Ahora, la evidencia demuestra que esos estudios se basaron en animales diferentes, lo que obliga a revisar muchas hipótesis previas sobre la biología y evolución de los tiranosaurios.
“Este fósil no solo resuelve el debate. Da vuelta décadas de investigación sobre el T. rex”, afirmó Lindsay Zanno, profesora asociada de investigación en la Universidad Estatal de Carolina del Norte y jefa de paleontología en el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte.
El equipo responsable de este avance estuvo liderado por la doctora Zanno y James Napoli, anatomista de la Universidad de Stony Brook.
Durante años, la comunidad científica debatió si los restos atribuidos a Nanotyrannus correspondían a una especie propia o a ejemplares jóvenes del dinosaurio T. rex.
El objetivo del nuevo estudio fue resolver esta controversia mediante el análisis detallado de un esqueleto excepcionalmente bien conservado, que fue hallado en la Formación Hell Creek.
Los restos fósiles datan de hace aproximadamente 66 millones de años, poco antes de la extinción masiva que acabó con los dinosaurios no avianos.
El problema central residía en que los fósiles de Nanotyrannus presentaban características anatómicas diferentes a las de los T. rex adultos, pero algunos expertos sostenían que estas diferencias podían explicarse por la edad.
Para abordar esta cuestión, los investigadores analizaron los anillos de crecimiento del hueso, la fusión de las vértebras y la anatomía comparada de más de 200 fósiles de tiranosaurios.
Dichos análisis demostraron que el ejemplar de Nanotyrannus tenía unos 20 años al morir y ya había alcanzado la madurez.
Napoli, coautor del estudio, explicó en el comunicado de la Universidad Estatal de Carolina del Norte: “Para que Nanotyrannus fuera un T. rex juvenil, tendría que desafiar todo lo que sabemos sobre el crecimiento de los vertebrados. No es solo improbable, es imposible”.
Los resultados mostraron que las diferencias anatómicas entre Nanotyrannus y T. rex no pueden atribuirse a la edad, sino que reflejan linajes distintos.
Durante la investigación, el equipo también identificó una segunda especie de Nanotyrannus, denominada N. lethaeus.
Este nombre hace referencia al río Leteo de la mitología griega, en alusión a cómo esta especie permaneció “olvidada” a la vista de los científicos durante décadas.
El hallazgo de dos especies distintas de Nanotyrannus en el mismo ecosistema sugiere que la diversidad de depredadores en el Cretácico tardío era mucho mayor de lo que se pensaba.
El trabajo concluyó que Nanotyrannus y T. rex coexistieron en los últimos millones de años antes del impacto del asteroide que provocó la extinción masiva.
Esta coexistencia implica que los ecosistemas de la época eran más complejos y competitivos, con varios grandes depredadores compartiendo el mismo hábitat.
Entre las limitaciones del estudio, los investigadores señalan la necesidad de analizar más fósiles para comprender mejor la diversidad de tiranosaurios y su evolución.
Además, advierten que otros dinosaurios de pequeño tamaño podrían haber sido identificados erróneamente, lo que abre nuevas líneas de investigación.
                        
                                











                    
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