Los medios de comunicación corporativos estadounidenses suelen aterrorizar a la población con el fantasma de los tiroteos y las masacres armadas, pero en realidad —estadísticamente hablando— hay otro asesino aún más mortífero: viste uniforme y llevaba insignia.

En Estados Unidos, 1 de cada 20 homicidios es perpetrado por la policía. Es la conclusión del reporte anual del Mapa de la Violencia Policial, organización dedicada a la contabilidad de las interacciones de las fuerzas del orden con la ciudadanía.

En perspectiva, los datos representan al 5 % de la población como potenciales víctimas de las armas de los uniformados.

Según el estudio en cuestión, en 2022 ocurrieron alrededor de 26,000 homicidios. 1092 de ellos cometidos por policías. Dado que a la prensa corporativa no suele interesarle los muertos de color, la mayor parte de los casos no aparecen en titulares.

Según los investigadores, durante décadas más de la mitad a los asesinatos a manos de uniformados fueron atribuidos a homicidios genéricos o suicidios. Por tanto, no existe una base de datos oficial cuyas cifras sean confiables. En adición, dicha contabilidad no beneficia a los intereses de las autoridades.