Bob Dylan: Todavía desconocido

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Bob Dylan: Todavía desconocido
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Fecha de publicación: 
23 Marzo 2025
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Una parte importante de la prensa especializada del mundo parece nunca cansarse de hacer elogios sobre A Complete Unknown, realizada por James Mangold (con una buena experiencia en los más diversos géneros, entre otros el buen biópic musical que fue Walk the Line), y protagonizada por Timothée Chalamet, quien ha sido aclamado en todas partes por su encarnación de Bob Dylan, un creador imprescindible en los terrenos de la música folk y rock norteamericana, un poeta irreverente y filosófico.

A diferencia de otros biópics musicales pretenciosos y de incontrolados largores (Bohemian Rhapsody, Elvis), A Complete Unknown cubre un corto período de tiempo en la vida y la obra del biografiado, porque al parecer el director (coautor del guion junto con Jay Cocks) consideró suficiente tomar un fragmento pequeño para representar el todo descomunal y rendirle homenaje a Dylan sin intentar revelar las claves de su misterio, desde la reverencia al estatus de mito inefable conquistado por el célebre cantautor.

Todo comienza con el arribo a Nueva York de un Dylan de diecinueve años procedente de Minnesota. Muy pronto conoce a los gurúes de la música norteamericana de la época (Pete Seeger es Edward Norton; Joan Baez es Monica Barbaro), y sin demasiado esfuerzo llega a convertirse en estrella. El cuento concluye en 1965, cuando en el Festival de Música Folk de Newport el novel artista incurre en la apostasía de enriquecer lo acústico con instrumentos electrónicos. Y que nadie me acuse de regar spoilers, porque todo ello es información que aparece en la más elemental enciclopedia.

Siempre correcto, y casi nunca apasionante, el filme transparenta la imposibilidad perentoria de los creadores de fijar la esencia espiritual, intelectual, de un creador elusivo hasta la categoría de enigma, y entonces se decanta por presentarnos al Dylan irreverente, desaliñado, de voz nasal y gafas oscuras, artista iluminado e impredecible. El posible espectador del filme debe plantearse si le basta o no con este tratamiento medio externo, monocorde, y el tono impasible incluso gélido que el filme adopta en la mayor parte de su metraje.

Hay un par de razones poderosas para ver A Complete Unknown: Mangold y sus correligionarios consiguen apartarse de algunos de los más abrumadores clichés del biópic musical, como el cuento de la niñez difícil, el complicado arribo a la fama y la comprensión de que el dinero y la fama apenas significan algo. Además de renunciar tajantemente a tales rescoldos narrativos agotados por el uso, la película nos permite el milagro de pasar un par de horas y veinte minutos en compañía de un genio totalmente inmerso en su creación.

Por supuesto que la banda sonora es una maravilla, y gozamos del privilegio de asistir al nacimiento de algunas de las canciones más hermosas y profundas de la época, porque abundan las escenas en que el músico se sienta, fuma, toma la guitarra y compone. Además, es coherente y persuasivo el retrato de una época convulsa y apasionante.

Y claro que Chalamet consigue una buena actuación, notable pero externa, con la brillante copia de la voz y los gestos, hasta el punto de que para algunos la mayor virtud del filme proviene de que se convierte en un vehículo para demostrar sus capacidades imitativas. Pero al cine, al buen cine, uno pudiera pedirle mucho más, porque para imitaciones perfectas están los shows televisivos de talento en la cuerda del español Tu cara me suena. Seguramente estoy siendo injusto con una buena película, pero es que yo pensé que sería extraordinaria, al nivel de Bob Dylan.

Tomado de Cartelera Cine y Video, número 232

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