Ariana Álvarez y el placer de la actuación

Ariana Álvarez y el placer de la actuación
Fecha de publicación: 
2 Septiembre 2020
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Desde sus inicios en la actuación, una persona muy cercana dentro del gremio le expresó: “eres una persona cuando sonríes y otra cuando no lo haces, así que no dejes de sonreír”. Este consejo tomado al pie de la letra por la valiosa actriz Ariana Álvarez es posiblemente uno de sus rasgos personales que más la identifican.

Jesusa en la telenovela Destino prohibido, personaje que la colocó desde la primera vez y para siempre en el corazón de su público, fue la carta de presentación de esta actriz que, aunque se reconoce tímida, ha encontrado en ese desdoblarse razones suficientes para echar a volar cada uno de sus sueños.

Apasionada, convencida de que cada personaje al que da vida le permite saltar sobre sus propias dudas, miedos y desconfianzas, para Ariana Álvarez actuar se convierte cada vez en un acto visceral.

Y con la misma credibilidad que se viste de joven timorata o de vecina un tanto “chismosa” y hasta irreverente, como Roxana en Bajo el mismo sol, Ariana nos confiesa: “He tenido la suerte de haber podido interpretar durante mi carrera personajes muy bien escritos y haber sido dirigida por profesionales sumamente inteligentes, que me han obligado a encontrar matices, incluso no descritos en la propia caracterización psicológica de los personajes.

“Me hablabas de Jesusa, y ciertamente este personaje ocupa un sitio muy querido en mis recuerdos, porque sin ser muy grande fue el primero en televisión, y para ese debut fui dirigida por Xiomara Blanco, algo muy preciado. Además, compartí con un equipo de trabajo y una selección de actores fabulosos, de los que aprendí en todo momento. Te puedo decir que cada escena se convertía, sin quererlo, en una clase, al menos para mí.

“El personaje estaba concebido de modo muy dulce e ingenuo, a veces cuando lo leías dentro del guion no parecía importante, mi papá incluso me decía: «es casi un extra», pero le tomé tanto cariño al hecho de que sin expresar verbalmente casi nada sintiera tanto, que justo ahí se abría para mí el desafío: lograr que desde la timidez, la introspección pudiera expresar los más variados sentimientos. Yo llegué a sentir su dolor en carne propia y esa fue la realidad que me hizo conectarme con el público, que hasta hoy que me reconoce en él”.

En Tras la huella

“Pasó el tiempo y trabajé en Tras la huella, en el capítulo “Obsesión”, y para entonces interpreté a Sonia, una joven que tenía una niña pequeña y fue abandonada por su pareja por una muchacha más joven, a la que llega a cortarle el rostro. Era un personaje que desde la propia manera de proyectarse, de vestir y andar mostraba una serie de trastornos de personalidad que adoré poder asumir.

“Recuerdo que el director no pensaba darme ese personaje porque no lo veía en mí y el modo de «apropiarme» de la historia fue pasarme un mes sin peinarme. Me lavaba el cabello solo con jabón para que se mantuviera áspero, no me maquillaba; de hecho, traté de usar ropa raída, que tuve que aprender a llevar con coherencia para, al final, poder mostrar todo ese complejo mundo psicológico permeado de odio y resentimiento que caracterizaba a Sonia”.

Y es que Ariana Álvarez ha demostrado tener la capacidad de asumir personajes muy orgánicos.

-Repito, he tenido la suerte de asumir personajes muy creíbles, pero el hecho de poder asumirlos sin miedo alguno se lo debo, en primer lugar, a mi profe de teatro Humberto Rodríguez, porque él no solo me enseñó métodos y modos, sino que a la par me mostró y enseñó sobre la vida. Recuerdo que siempre nos decía: «Cuba es un país rico en personalidades, y hay muchas que andan por la calle sin saber que son actores, ya que ustedes lo son, pues observen a todas las personas que tengan a su alrededor, aliméntense de todos los estados anímicos, curvas de entonación, modos de hablar, de caminar, de pelear, y eso traten de incorporarlo».

“Y esa es mi máxima de vida en materia de actuación. Le incorporo a los personajes cosas mías que no están en el guion, y sí busco continuamente formas de ser de mujeres que puedo o no conocer. Recuerdo que en La cara oculta de la luna, aun cuando ya no tenía 15 años, me apegué a muchachas de esa edad, sobre todo a las más extrovertidas e inquietas. Con ellas aprendí a «tirar» las palabras, a caminar de una manera particular, a usar un tipo de ropa y de una manera porque el personaje lo exigía.

“Otra vez interpreté a una guajira en un capítulo de Tras la huella y me enfrenté ante todo a un riguroso trabajo de lenguaje, tanto desde lo léxico hasta lo fonético. Por supuesto que cada rol me exige estudio y tiempo, pero yo me siento bien feliz”.

Y esa felicidad en gran medida se la debes a la televisión.

-Realmente la gente me asocia más a la televisión que a cualquier otro medio de comunicación. A ella le debo el prestigio que pueda tener entre los cubanos. Es cierto que en esta “travesía mágica” que es la actuación te encuentras todo tipo de público, pero, por ejemplo, yo no soy una persona de buena salud y en un momento, de los tropiezos médicos por los que he pasado, estuve en estado grave, lo dijeron por televisión, específicamente Abelito en su espacio de mediodía, e inmediatamente recibí muestras de cariño increíbles. Supe de personas, incluso que hicieron cadenas de oraciones durante la noche en el hospital. Eso, sin dudas, es muy gratificante.

“Ya en el orden personal, la televisión me ha ayudado a hacerme más fuerte ante las dificultades. Sucede que mientras asumo las historias de los personajes me lanzo, no vivo a medias, soy plenamente feliz. Y la televisión me ha hecho sentirme la mayoría de las veces muy feliz”.

Hay una Ariana conductora de espacios, ¿por qué?

-Antes de llegar a la radio estudié teatro; y a la par, cursé en la Universidad de La Habana la carrera de Información Científica y Bibliotecología, porque con un padre médico y una mamá enfermera había que estudiar una carrera universitaria, no solo pretender ser artista. A la radio como locutora llegué en 1997, exactamente a Radio Metropolitana, y nunca más he abandonado ese medio. Me fascina conectarme con las personas como si nos estuviéramos viendo cada uno en su casa.

“Mis amigos me avisaron para un casting de un programa de televisión, que se llamaba A moverse, y me aceptaron. Estando allí me llamaron de Radio Taino, en el año 2000, y desde entonces he intervenido en esta emisora en espacios como Con ciertos discos, Música de fondo, A buena hora, Musicando y Con acento cubano. Y la radio me condujo entonces a la locución en televisión, de manera sostenida, en espacios como Cuerda Viva, Iguales y diferentes, y ahora mismo formo parte de los colectivos de Generación cero y Conexión Cuba.

“Y tanto para la radio como para la televisión he procurado comunicarme desde lo que soy. Puede ser que algún profesional prefiera «montarse un personaje» para comunicarse, yo no. Además de decir lo que siento, me imagino haciéndolo mirando a los ojos de quienes me escuchan. Por tanto, no asumo posturas, sino complicidad con el receptor. Por ejemplo, en la radio aprendí a no dirigirme en plural al oyente, procuro singularizar el mensaje para así estrechar los vínculos. Por eso amo la conducción de espacios también”.

¿Qué personajes anhelas interpretar?

-Pues desearía asumir personajes con problemas cerebrovasculares o de locomoción, o psiquiátricos, fíjate. También me gustaría mucho interpretar una monja. Eso sí, en este último caso, que parezca que no tiene mucho qué decir, pero que vaya creciendo tanto que al final guarde una historia para recordar que fuese tremenda.

Aun cuando alguna que otra vez Ariana Álvarez ha escrito guiones para programas como A moverse y secciones en Más allá de la música o Con acento cubano”, por solo mencionar ciertos espacios, lo cierto es que en este momento le gustaría escribir historias de mujeres; no tiene bien concebido cómo hacerlo, pero sí el qué. Es casi una deuda con lo que ha sido la responsabilidad de vida de las féminas que, aún en estos tiempos, se ven obligadas a asumir las normas que la sociedad les sigue imponiendo, sin dejar de ser trabajadoras, madres, amas de casa. De la misma manera, Ariana piensa con agrado en la posibilidad de hacer teatro, especialmente en interpretar monólogos.

Temerosa en ocasiones de lo veloz que pasa el tiempo, aquella joven que dejó a Jesusa en los corazones de los televidentes, y que muchas veces tiene que imponerse a la timidez heredada de la adolescencia, esta actriz y locutora es también la férrea profesional que no le teme al cansancio, ni a los dolores físicos. Locuaz, convencida de lo que cree y en quienes cree, sigue soñando con nuevos personajes que la hagan crecer y madurar, para seguir siendo feliz con el placer que le brinda actuar.

 

 

 

 

 

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