ARCHIVOS PARLANCHINES: Montmartre, el cabaret afrancesado

ARCHIVOS PARLANCHINES: Montmartre, el cabaret afrancesado
Fecha de publicación: 
30 Junio 2024
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A pesar de ser caro, el cabaret Montmartre, ubicado en la calle P, entre Humboldt y  23, en el corazón del Vedado, se transformó rápidamente en el favorito de la burguesía habanera, estrellas de la farándula, gente del mundo empresarial y políticos de turno, quienes abarrotaban el lugar en franca competencia con los turistas gringos, deseosos de asistir a sus grandes producciones musicales y a los conciertos de celebridades de Cuba y de todo el mundo.  

A fin de cuentas, el Montmarte, junto con el Sans Souci, el Salón Rojo del Capri, Parisién del Hotel Nacional, y el Tropicana, presentó show durante las décadas del 40 y 50 del siglo XX que compitieron con los espectáculos de este tipo de Las Vegas, París o Montecarlo.

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Gracias a la Ley del Turismo aprobada en 1919 surgieron varios cabarets-casinos de gran lujo y extensión, entre los que despuntó el Montmartre (llamado al principio Molino Rojo), el cual fue fundado a mediados de los 40 en el antiguo edificios de la agencia de autos y camiones Dodge, que fue abatido por el Ciclón del 26, y se usó más adelante para carreras de galgos.

El propietario del lujoso centro nocturno fue el villaclareño Efrén de Jesús Pertierra Liñero, dueño, además, del restaurante Monseigneur, y de numerosas acciones en la Compañía de Espectáculos Habana S.A, entre otros negocios.

Meyer Lansky, uno de los jefes de la mafia italoamericana en La Habana, junto a Lucky Luciano, adquirió el casino de juego en 1953, asociados con políticos, empresarios y militares cubanos.

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Por cierto, el proceso de reacomodo del espléndido edificio, con 100 metros de frente y tres pisos más el sótano, incluyó paredes forradas de maderas preciosas y una elegante decoración afrancesada que logró un ambiente cálido y de lujo capaz de triunfar en la mismísima París.

En la planta baja la agencia Dodge mantuvo una oficina de publicidad y ventas.

Desde su apertura, el Montmartre, llamado por algunos el “París de América”, resultó un gran éxito por varias razones: su ubicación era envidiable, era el único gran club nocturno de La Habana totalmente interior y perfecto para días de lluvia y frío, tenía dos bares repletos con los mejores rones cubanos y el ya referido casino de juego.  

Estrellas por montón

Muchos fueron los artistas que triunfaron en un centro nocturno repleto de cubanía, donde se podían olvidar por un rato las broncas en los solares, las corruptelas, el pandillerismo y los chanchullos electorales. 

En febrero de 1947 Frank Sinatra y Ava Gardner, “el animal más bello del mundo”, como la llamaba Ernest Hemingway, llegaron a La Habana de luna de miel y fueron a divertirse al Montmartre donde les obsequiaron un enorme cake de bodas y dos años más tarde contrataron en el cabaret a Cab Calloway, “el artista negro de jazz mejor cotizado de los Estados Unidos”, según los gacetilleros, quien arrebató al auditorio.
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Este desfile de estrellas continuó en junio de 1952, cuando el músico mexicano Agustín Lara se presentó en el cabaret acompañado de una orquesta de violines que interpretó algunos clásicos de la música de su país.

Y un año más tarde, las artistas cubanas se hicieron presente con el espectáculo “El Solar” en el que trabajaron Benny Moré, Olga Guillot, Guillermo Álvarez Guedes y Carlos Pous, el cual antecedió al debut de Rita Montaner en las revistas “Son” y “Danzón”. 

En 1955, llegaron al Montmartre tres celebridades internacionales: Lola Flores, Maurice Chevalier y la imperdible María Félix, y dos años después, La Habana nocturna le abrió las puertas a la cantante francesa Edith Piaf, eterna para los habaneros. 

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Maquinaria de hacer dinero y la promoción de la cultura del ocio, el Montmartre armó para amenizar los bailables a una agrupación dirigida por Eliseo Grenet, el autor de “Ay Mama Inés”.

Según los expertos, uno de los momentos más memorables del cabaret se vivió con las “Estampas de ayer y de hoy”, con canciones de Ernesto Lecuona y la orquesta de Adolfo Guzmán.

En Montmartre, un cabaret que funcionaba todos los días, se filmó en 1956 la película cubanomexicana No me olvides nunca, con las actuaciones entre otros grandes, de Rosita Fornés y Armando Bianchi. En el filme Benny Moré cantó el famoso bolero “Hoy como ayer”.

En las puertas del lugar, el 28 de octubre de 1956, un comando del Directorio Revolucionario ajustició a balazos al teniente coronel Antonio Blanco Rico, Jefe del Servicio de Inteligencia Militar de la tiranía batistiana.

La otra cara

El Montmartre cerró sus puertas en 1959 y en el edificio se abrió en 1974 el nostálgico restaurante Moscú: bullicio y con ambiente de comedor obrero, hasta que un incendió de grandes proporciones lo destruyó por completo en 1989.

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A pesar de estar a escasos metros de La Rampa habanera, rodeado de grandes hoteles, bares, restaurantes, agencias bancarias y estudios de TV y radio, el lugar, abandonado durante unos 30 años, fue devorado por un pestilente basurero sin que se lograra rescatar ni siquiera su preciosa fachada.  

Sobre sus ruinas se construye en la actualidad un nuevo un hotel que busca regalarle aires modernos a un lugar donde las tradiciones, el folclore y la mejor música cubana se dan un buen apretón de manos. 

 

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