Adolfo Alfonso: cien años de un poeta popular
especiales
Adolfo Alfonso canta junto a su gran amigo Justo Vega.
Las controversias de Justo Vega y Adolfo Alfonso forman parte desde hace mucho tiempo del acervo de la cultura popular en Cuba. Dos poetas repentistas: uno, serio y comedido, con poca paciencia para las bromas; el otro, el cubano zumbón, jovial y alborotador: dos caras de una moneda, dos reyes de la misma baraja. Y cuántos grandes momentos de pleno disfrute le propiciaron al pueblo al que consagraron su creación.
Se cumplen hoy cien años del poeta que le llevó tantas veces la contraria al juicioso Justo Vega en aquellas lidias tan chispeantes y enjundiosas del programa Palmas y cañas. Pero Adolfo Alfonso no solo fue pareja de cantorías de Justo Vega, compartió muchas veces con el mismísimo Jesús Orta Ruiz, a quien promociones completas de decimistas reconocen como padre y formador.
Ya en los difíciles años de la segunda mitad de la década de los cincuenta, Adolfo Alfonso desafiaba a la dictadura de Fulgencio Batista con la sutileza de sus versos en la televisión. Él, que comenzó cantando tangos, comprendió bien pronto las grandes posibilidades de la poesía oral, tradición tan arraigada en estas tierras.
Él honró ese patrimonio desde el respeto a los grandes cultores, a quienes siempre reconoció como maestros. Adolfo Alfonso insistía en que la suya era una creación de menos honduras líricas, más apegada a la expresión más campechana. Pero nadie puede discutirle el buen gusto, la buena factura, el vuelo y el ingenio de sus composiciones. Ni su talento para la música.
Todos los poetas que tributan hoy en Cuba al pujante movimiento del verso improvisado reconocen en Adolfo Alfonso a uno de sus clásicos. Él quizás se hubiera reído de esas jerarquizaciones… quizás les hubiera dedicado algunos versos jocosos en una canturía.
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Maximo
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