Acto de realización plena

¿Qué es el amor? Nadie lo sabe, o sí, cada cual valida el suyo propio. Por eso, amor sin todas las oportunidades ni todas las dignidades es apenas un lance bonito y reparador, aunque incompleto. Estas líneas parten del convencimiento de que aún sin saber a ciencia cierta qué es el amor, lo necesitamos protegido. Una sociedad sin amor va a la deriva del odio y las desuniones. Y de eso trata la propuesta de Ley que empieza a evaluarse y a discutirse. No se le quitan derechos a nadie, sin embargo, incluye plenitud a aquellos que ya vivían el amor con valentía, incluso careciendo del debido apoyo legal.

Entre un sinfín de asuntos, se reconocen los derechos y deberes de abuelos y otros parientes, respecto a la infancia y la adolescencia en casa, establece normas para resolver y prevenir situaciones de violencia, o precisa protección a los adultos mayores y a las personas en situación de discapacidad. Es un gran salto.

Ajustado a los contextos y previendo ciertas permanencias, es que la sociedad socialista cubana ha decidido asumir, en su realidad, un cambio legislativo donde nadie quede como actor secundario, dándole oportunidad de ejercer su amor desde el resguardo del derecho, y no de uno cualquiera. El proyecto del nuevo Código de las Familias ha comenzado a ser evaluado por la población capitalina como un ejercicio democrático que constituye en sí mismo un amoroso suceso de realización plena.

No caben dudas de los buenos propósitos de esta Cuba justiciera y con luces largas. Verdad irrefutable es que la familia cambia, y siempre lo hará porque respira, bebe de los entornos circundantes, construidos a conciencia o por azar. Aun así, si usted todavía teme que su “núcleo” peligra por “capricho” leguleyo, pues lea el proyecto. Acuda al sitio web de la Asamblea Nacional o al estanquillo del barrio y consígalo impreso. Hágalo sin prejuicios: identifique lo que a usted le atañe y, además, sea sincero y admita que a la ciudad la envuelven muchos amores.