El panorama del arte se vistió de luto en 2021 por el adiós definitivo a estrellas internacionales, cuyas vidas acabaron pero brillan como verdaderas leyendas del cine, la literatura y la música.

La escena mundial recordará por siempre al legendario baterista de Rolling Stones, Charlie Watss, uno de los más respetados en los predios del rock por su estilo poderoso, que expiró a los 80 años.

A la inmortalidad marcharon, además, el actor británico Christopher Plummer y el francés Jean-Paul Belmondo, ambos legendarios en sus roles interpretativos de muy variado rango y admirados por ser el actor de más edad en ganar un Óscar e ícono de la denominada Nueva Ola francesa, respectivamente.

En Estados Unidos, varias lumbreras de la escritura apagaron su llama, entre ellas la incisiva novelista y ensayista Joan Didion, quien narró la decadencia de la cultura y la política de Estados Unidos en los años 60 y 70.

En tanto Gloria Jean Watkins, mejor conocida por su nombre artístico bell hooks, legó su vasto ideario que transformó la historia del llamado feminismo negro en la nación norteña.

Iberoamérica también despidió a una figura mayor de las letras como Almudena Grandes, prolífica e insigne dado su amplio registro que abarcó desde lo erótico hasta la escritura para niños y llevó al cine sus obras, las cuales alcanzaron el éxito total de la mano de directores como Bigas Luna y Gerardo Herrero.

Según el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, «perdimos a una de las escritoras referentes de nuestro tiempo. Comprometida y valiente, que ha narrado nuestra historia reciente desde una mirada progresista».

Otra noticia que conmocionó resultó la muerte de una de las Chicas Almodóvar, Verónica Forqué, rostro distintivo del cine español, quien decidió quitarse la vida a los 66 años y, con ello, desató la polémica sobre dos fenómenos muy latentes: el acoso en las redes sociales y los estereotipos en torno a la salud mental.

De igual modo, la repentina muerte del integrante del cuarteto lírico Il Divo, Carlos Marín, produjo consternación entre sus compañeros de profesión, familiares y la sociedad española en su conjunto, tras perder la batalla contra la Covid-19 a los 53 años.

El deceso de una de las mayores divas de Italia, Raffaella Carrá, arrancó lágrimas a los fanáticos que prodigaron incontables tributos a la talentosa artista, cuya versatilidad cautivante rompió convencionalismos de la época gracias a sus novedosas fórmulas de espectáculo que marcaron a generaciones.

De vuelta a Norteamérica, México lloró al ídolo de las rancheras, Vicente Fernández – considerado una leyenda y último exponente de ese legado musical- que partió a los 81 años tras una larga hospitalización a consecuencia de una caída.

Si de géneros populares se trata, el merengue dominicano estuvo de duelo por El Caballo Mayor, Johnny Ventura, a quien un infarto le arrebató la existencia pero no cegó su aplaudida impronta como renovador del ritmo nacional donde creó un sonido diferente sin perder la esencia.

CULTURA DE CUBA Y LATINOAMÉRICA DE LUTO

El panorama sonoro de la isla guardó silencio por dos maestros desaparecidos, Adalberto Álvarez y Vicente Feliú, el primero sentó cátedra desde la música popular bailable y el segundo en la trova más genuina.

Admirado y respetado en su país, el inolvidable Caballero del Son fue uno de los defensores y renovador del género y del baile conocido como casino, que inspiró a bailadores de todo el mundo.

Víctima de la Covid-19, Álvarez sobresalió por la prominencia de su obra, fundó orquestas emblemáticas del país caribeño -Son 14 y Adalberto Álvarez y su Son- en tanto logró instituir un día especial en el calendario cubano para celebrar ese ritmo identitario.

En el caso del alabado fundador de la Nueva Trova, Vicente Feliú, cuyo último canto le fue arrebatado por un infarto en pleno escenario, aún suscita dolor su repentina ida.

Con la humildad y apego a la Revolución que le distinguió, Feliú compartió su poética musical emparentada con la canción de protesta latinoamericana con relevantes creadores de la región, quienes le devengaron múltiples tributos.

Por su parte, el gremio de intelectuales y poetas en Cuba despidió a varios de sus mejores exponentes en 2021, todos autores de larga y comprometida trayectoria con la política cultural de la isla caribeña.

Entre los ya inmortales figura el escritor cubano Pablo Armando Fernández, merecedor de la más alta distinción literaria de su país y jurado de numerosos premios internacionales, cuya notable obra trascendió en el ámbito literario a nivel regional.

Otra cimarrona de la palabra, la poeta y escritora Georgina Herrera, falleció a los 85 años y, con su adiós, el predio de las letras cubanas perdió a una de las voces más genuinas en la lírica del siglo XX, por el tono feminista que marcó su relación entrañable con África y la vital herencia en Cuba.

La comunidad universitaria dijo hasta siempre al sociólogo, politólogo, docente e investigador Juan Valdés Paz, de los pensadores más lúcidos de la Cuba contemporánea, cuya intensa labor dedicada a fenómenos cruciales como las relaciones internacionales, América Latina y distintos aspectos de la Revolución cubana le valió el premio nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas.

A la inmortalidad también marcharon dos maestros de la actuación en la isla caribeña, Enrique Molina y Manuel Porto, cuya significativa huella en la gran y pequeña pantalla recordarán posteriores generaciones; al igual que al notable cineasta, director y escritor Enrique Pineda Barnet.

En un año marcado por el luto que sembró la pandemia, el último aplauso fue para el director de fotografía Raúl Pérez Ureta, el realizador Juan Carlos Tabío y el actor cubano Frank González, voz emblemática del personaje animado Elpidio Valdés.

El séptimo arte latinoamericano mostró pesar ante la muerte de cineastas, actores, documentalistas y profesionales, entre ellos, el cineasta y político argentino Jorge Coscia, el guionista y productor mexicano Felipe Cazals, así como el director y guionista de cine colombiano Jaime Osorio.