EN FESTIVAL: Viva
especiales
Es precisamente en esta sección donde se encuentra Viva, película irlandesa dirigida por Paddy Breathnach, seleccionada para representar a su país en los premios Oscar del año 2015, a celebrarse en febrero de 2016.
Viva narra la historia de Jesús, joven cubano de 18 años que lucha por encontrar su verdadera identidad y por sacar a flote la relación con su padre, que acaba de cumplir quince años de condena en prisión.
Todo el largometraje la historia se mueve sobre una delgada línea floja: por un lado, el cliché que es mostrar a los cubanos rodeados de gritos, ron, sexo y palabras obscenas; por el otro, esa sutileza —el más logrado y excelso de los gustos— con que avanza la historia.
Mark O´Hallagan, guionista de Viva, no pudo sustraerse de representar a la misma Cuba estereotipada de siempre. Esa que tiene negros que boxean, mujeres eternamente fogosas y —¿hasta cuándo será esa la Cuba que ven los extranjeros?— jóvenes que se prostituyen el cuerpo para poder comprar comida.
Para colmo de los desatinos, alguien debió decirle a los irlandeses que contextualizaron su guion en Cuba que con los cuarenta dólares que le pagan al protagonista por prostituirse se puede comprar algo más que el arroz que dan en la bodega. En la cinta sobran demasiados detalles incoherentes con nuestro escenario cotidiano…, pero son solo eso: pinceladas de una visión extranjera de una Cuba inconexa y folclórica.
Pero los cubanos como espectadores somos buen público. Cuando la cinta se visionó en el cine Yara, presentación de cineastas mediante, el público presente esa noche aplaudió hasta que el telón se cerró… y aún más allá. Porque es que Viva no intima con estereotipos ni con representaciones sociales. Estos apenas —tan solo— le sirven como deficiente telón de fondo.
Viva tiene grandes expectativas. Por un lado, es un grito y una oda a la búsqueda de la identidad; un homenaje a todas aquellas historias de vida que asumen el cada día ser más auténticos y más consecuentes con lo que soñaron para sí mismos. Por el otro, es una runa genuina de lo que son las relaciones paternas filiales.
Con Jorge Perugorría como el padre de Viva y Luis Alberto García como el travesti que le da trabajo, la película cuenta con un elenco de una primera línea que, justo como nos tiene acostumbrados, no decepciona. Si bien a primera vista pudiera apreciarse cierta incoherencia en Luis Alberto García, como si no estuviera cómodo asumiéndose como travesti, la estructura del personaje se salva y justifica cuando él mismo le cuenta a un Perugorría borracho —figura pavorosa—: «¿Tú no te das cuenta de que este travestismo es mi lucha?», como si vestirse de mujer fuera un trabajo más…
Como si fuera la intención de Viva mostrar que hay muchas razones para terminar cantando canciones de Elena Burke y La Lupe en el bar Las Vegas… Como si la peor maldición de un travesti luchador fuera no serlo.
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