Fidel Castro: el atleta mayor de Cuba
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A seis décadas de exponer los principios de la política deportiva nacional, Cuba y los deportistas de la Isla recuerdan al Atleta Mayor, Fidel Castro, padre del movimiento deportivo en la Revolución a partir del 1 de enero de 1959.
Veintiocho días después del triunfo revolucionario, el Comandante en Jefe declaró en la Ciudad Deportiva de La Habana: «...venimos decididos a impulsar el deporte y llevarlo tan lejos como sea posible...».
«El deporte es fuente de voluntad, constancia, vigor físico y agilidad mental (...) No me parece correcto que los héroes del deporte, nuestros campeones, queden después en la miseria. Eso no sería estímulo al deporte», remarcó Fidel.
También afirmó entonces: «Construiremos miles y miles de campos en toda la República (...) Nuestro nivel deportivo es muy bajo. Debemos aspirar a elevarlo rápidamente, dando esa oportunidad de desarrollarlo a todos los atletas por igual...».
«El mejor estímulo que puede crearse para el atleta es asegurarle su retiro y saber premiar a los que llegan a campeones», abundó.
Gracias a ese ideario y a la realidad de su prédica, niños, jóvenes y mayores pudieron rubricar sueños a través del movimiento creado, con los juegos nacionales escolares, los campeonatos de primera categoría en múltiples disciplinas, las actividades deportivas para los trabajadores, los juegos de montaña y la atención a discapacitados.
Su entusiasmo de los años estudiantiles del Colegio de Belén y de La Universidad de La Habana, centros en los que practicó béisbol, fútbol, atletismo y baloncesto, lo mantuvo con creces en la voluntad de lograr un deporte de nuevo tipo en el país, humanista, solidario y en beneficio de la salud del pueblo.
Tres acontecimientos marcaron el derrotero atlético en los primeros años de la Revolución: la estructuración de una Serie Nacional de Béisbol, convertida en el principal espectáculo en nuestro archipiélago, con una concepción nueva que aglutinó a jugadores de todo el país; la creación del organismo rector del deporte, la educación física y la recreación (Inder) y la definición de esta actividad como un derecho del pueblo.
Junto a ello aparecieron las escuelas provinciales de iniciación deportiva, las academias, los centros juveniles y nacionales de alto rendimiento, las escuelas de formación para profesores de educación física y de orden superior, los estadios de béisbol en todas las provincias y otras instalaciones, a lo largo y ancho del país.
Aumentó también paulatinamente la participación cubana en eventos internacionales y a la par se escribieron páginas gloriosas de defensa a la soberanía y de la dignidad, cuando fuerzas externas intentaron cerrar el escenario de certámenes deportivos a representaciones del país antillano.
En esos momentos creció la imagen de Fidel, quien infringió derrotas morales a los enemigos de Cuba como en 1966, año en que el gobierno de Estados Unidos pretendió evitar la presencia de la delegación tricolor en los Juegos Centroamericanos y del Caribe con sede en Puerto Rico.
Asimismo se le vio aquí y allá, en medio de sus responsabilidades como jefe de Estado, practicando béisbol, tiro deportivo, caza submarina, pesca, baloncesto, ajedrez, tenis de mesa; asistiendo a recibimientos de equipos y delegaciones o a eventos de diferentes deportes como atletismo, fútbol, boxeo, judo, pesas, polo acuático, remo, voleibol y muchos otros.
Fidel respaldó permanentemente la inclusión de la mujer en la actividad deportiva, la enseñanza de la educación física en las niñas campesinas y compartió momentos inolvidables con las flamantes Morenas del Caribe, campeonas mundiales y tres veces titulares olímpicas, así como con baloncestistas, atletas, judocas, esgrimistas...
Aun se rememora su sensibilidad ante los accidentes domésticos que experimentaron la Tormenta del Caribe, Ana Fidelia Quirot, y el pelotero de Industriales y la selección nacional Juan Padilla Alonso.
Resultó de gran impacto humano el seguimiento dado por Fidel a ambos deportistas, así como la defensa que desarrolló por el prestigio del Príncipe de las Alturas y recordista mundial de salto alto, Javier Sotomayor, a quien acusaron injustamente de dopaje en los Juegos Panamericanos de Winnipeg.
Su legado deportivo es inconmensurable debido a los principios esgrimidos permanentemente, su preocupación por el bienestar y la atención a los deportistas y por la pureza del olimpismo y del movimiento deportivo cubano, que tiene hoy a muchos monarcas olímpicos, mundiales, panamericanos y centroamericanos, en uno y otro sexo.
A 60 años de aquellas directrices en el deporte, expuestas por nuestro inolvidable líder, rememoramos de forma sintética los argumentos por los que glorias deportivas, aficionados, seguidores de la actividad del músculo y la población en general consideran a Fidel Castro como El Atleta Mayor de Cuba.
(*) El autor fue portero de la selección nacional de fútbol y presidente de la Asociación de Fútbol de Cuba.
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