Diego Santiago: A mí lo que me gusta es dialogar con el laúd

Diego Santiago: A mí lo que me gusta es dialogar con el laúd
Fecha de publicación: 
14 Agosto 2019
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Vuelta atrás es el cuarto fonograma de Alter Ego, el trío que dirige Diego Santiago Pérez. Justo por ahí comenzó la conversación con este músico que, ni por un instante, renuncia a la intención de contagiar el enamoramiento, la magia del laúd.

«Este disco tiene once temas: seis con el trío y cinco yo un poco como solista; pero más que yo como solista, es el laúd como solista. Por ejemplo, Santa Cecilia, de Sindo Garay, a laúd y violín, o sea, es otra óptica, nadie se imagina ver un laúd y un violín juntos, que son dos instrumentos melódicos, que la tesitura es la misma; tenemos Si me pudieras querer, de Ignacio Villa, laúd y piano, que es una cosa espectacular; y luego está Habáname, de Carlos Varela, laúd, guitarra eléctrica, chelo y percusión; también tenemos la Balada del amor adolescente, una pieza de José María Vitier adaptada para laúd y quinteto de cuerdas».

—¿Te propusiste recorrer diversas variantes de la música cubana?

—Siempre traté con Alter Ego de defender los géneros de la música cubana; entonces aquí toco, por ejemplo, Esas no son cubanas, que es un tema de la trova tradicional, porque había que tocar algo de la trova tradicional; pero claro, entonces teníamos que incluir algo de la Nueva Trova, y ahí está La felicidad, de Pablo, y Habáname, de Carlos Varela; teníamos que irnos a los clásicos contemporáneos, me fui a Vitier; ya un poquito más atrás, siglo XIX, Cecilia Valdés, de Gonzalo Roig... Pero claro, si teníamos un laúd y un tres, se hacía obligatorio hacer un popurrí de rumbitas campestres…

Había que hacer Pastorita. Cuando falleció el maestro Formell, Manolito Ortega le pidió a Alter Ego que hiciera una versión del Guararey de Pastora para una gala homenaje que se realizó en el Karl Marx. Ese tema quedó y, por supuesto, se incluyó en el disco.

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—Este fonograma sale bajo el sello Egrem y ya tiene éxito en las plataformas digitales de promoción y comercialización de la música. ¿Qué representa en la discografía del trío?

—El primer disco era el descubrimiento, que fue con la Egrem en 2009, Sones y flores. El segundo fue un concierto en vivo en el Centro Pablo, A guitarra limpia, con sus peculiaridades de sonido y tal. El tercer disco se llamaba Conversiones, ahí nos acercábamos más a lo popular; tuvimos invitados como Melvis Santa, La Papina, Coco Freeman, Sory... Y este cuarto disco, Alter Ego Vuelta atrás, es como la madurez ya de saber qué puede sonar bien, qué es lo que más va a gustar, qué es lo que más va a dar resultado en estudio; es un repertorio que se escogió muy pausadamente para no repetirnos.

—Es un disco de versiones, como ya explicabas, bastante osadas. ¿Quién o quiénes se ocuparon de los arreglos?

—Estos dos músicos que trabajaron conmigo, Jean Daniel López y Jorge Luis Pérez, son jóvenes de 25 años. Las generaciones cada día vienen más preparadas. Los que llevamos más tiempo tenemos la madurez, la experiencia y el oficio, pero estos muchachos vienen más frescos, con más ideas; entonces, claro, con las ideas que ellos tienen, tanto locas como cuerdas, y el oficio de uno, pues es más fácil trabajar. Luego Rafael Guedes, que fue el productor de este disco, también hizo el arreglo de Los marcianos, y un joven villaclareño, Juan Manuel Campos, pianista y violinista espectacular, hizo los arreglos de otros tres temas.

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—Han estado nominados al Cubadisco, aunque en esta ocasión no fue así…

—El Cubadisco es importante, porque representa el reconocimiento de las instituciones y los especialistas de mi país, pero Alter Ego nunca ha sido un proyecto de premio; ha sido más bien un proyecto de imponerse, porque hace 14 años nadie se imaginaba una guitarra, un tres y un laúd haciendo un son cubano en una sala de conciertos, sin percusión, y dando la intención de la música de cámara, la musicalidad, la frase... Yo creo que para mí eso ha sido lo más importante: que yo he tirado desde 2005 con Alter Ego defendiendo el laúd y el tres, y hasta que llegue al Grammy Latino no paro…

—Diego Santiago entró al nivel medio en laúd con la intención de volver a la guitarra, especialidad en la que había concluido los estudios elementales. Sin embargo, le bastaron unos meses para cambiar de planes. ¿Qué tiene de especial el laúd?

—El sonido. El sonido en este instrumento es una cosa complicada: en la música campesina se toca de una manera, la música más de concierto se toca de otra. Cuando se toca el laúd, que se cuida el sonido, que descubres timbres, lo mismo los pianos que los fuertes, que mueves la púa, se descubren muchas cosas. Por ejemplo, yo nunca me imaginé un laúd tocando un tema con una guitarra eléctrica, y suena espectacular; a mí nunca me gustó el laúd con piano, y cuando hice Si me pudieras querer, me enamoré. El laúd es un instrumento que se puede explotar y que en el mundo, sobre todo en España, tiene mucho desarrollo. Pero yo creo que ya los jóvenes, gracias a la escuela de Efraín Amador y un poquito al trabajo que se ha hecho con Alter Ego, van descubriendo el laúd en otra faceta, y cada vez va a ir a más.

—Ahora mismo, Alter Ego está en un momento de reorganización. ¿Nos cuentas?

—Estoy residiendo temporalmente en Madrid por cuestiones de trabajo, y resulta que el mundo es chiquito y allí he retomado Alter Ego con Maryla Díaz, una joven cubana que estudió conmigo en el ISA, y Ahmed Dickinson, que es un excelente guitarrista, premiado en muchas ocasiones en Cubadisco, y nos unen muchas cosas. Por ejemplo, que cada uno, por su parte, ha defendido mucho la obra de Eduardo Martín, el guitarrista y compositor habanero; tres músicos cubanos, que es muy importante, porque llevamos la cubanía dentro… Estamos abordando ahora mismo un repertorio de música latinoamericana, haciendo énfasis en la música cubana.

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Foto: Tomada del Facebook del artista

—¿Proyectos?

—Tenemos previsto un festival internacional, que no está confirmado, en Azerbaiyán, en Bakú, a finales de septiembre; tenemos ya tres conciertos para el mes de noviembre en centros culturales en Madrid.

—Diego, ¿no sientes la inquietud de componer?

—En los primeros discos sí hay algunos temas de mi autoría, pero no creo que sea mi fuerte. Incluso, más que tocar, más que interpretar, mi fuerte es hablar con el laúd, dialogar; es crear magia, hacer arreglos, crear voces con el laúd y la guitarra, hacer que estos tres instrumentos se sientan grandes.

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