DÍA DE LOS NIÑOS: toda Cuba un escenario para ser felices
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Los que saben querer, la esperanza que anunció Martí, esos locos bajitos están de fiesta este domingo.
No es una celebración solo cubana, otras naciones como Venezuela también responden el tercer domingo de julio al llamado que hizo la ONU en la década del 50 del siglo pasado para que cada gobierno instituyera un día para ell@s, para festejarlos y defender sus derechos.
En Cuba, hoy son testigos las playas, los parques, los teatros, cada rinconcito del caimán verde y rebelde, les sirve de escenario para ser felices.
Para ellas y ellos, se construyeron hospitales y se convirtieron cuarteles en escuela. Cuando crecen, es fácil reconocer que fueron, hace tiempo, niños y niñas cuban@s, porque llevan en el brazo la marca de dos vacunas, solo un indicio de cuánto se les cuida en esta pequeña casa grande que salta crueles muros por ellos y por ellas.
Pero también se han adornado palanganas viejas con violetas recién plantadas y se ha creado mucho, mágicamente, sabiamente, con talento y alma para protegerles la inocencia y alimentarles la espiritualidad, Rochy Ameneiros es una de esas artífices de adornarles la vida con canciones:
«Siempre me ha encantado estar acompañada de niñ@s, y si les puedo hacer pasar un lindo rato con mis canciones o participar en un espectáculo para ell@s pues eso me da satisfacción y alegria. Creo que son un público especial al qué hay q respetar y educar cada vez que podamos. Enseñarles el amor al mundo,el respeto a todas las personas ,el cuidado de nuestro entorno, la solidaridad. Regalarles productos bien hechos, no subestimarles ni quemar etapas, cuidarles y darles a conocer el trabajo de tantas personas talentosas que trabajan cada día para ell@s es una muy bonita labor, así que si puedo sumarme soy una afortunada».
Un retablo de 25 años ha recorrido las Estaciones de la mano de este artista, que sabe orquestar cuanta magia y cuanto arte existe para hacerl@s crecer, Rubén Darío Salazar ve en ellos toda la fe:
«Lo particular de trabajar con niños es que te reconectas con una frescura e inocencia inspiradoras; lo cual exige una honestidad creadora, hacer un arte responsable y comprometido. Lo que aporta trabajar con ellos o para ellos es que contribuimos a la formación en ciernes de una nueva generación mientras ellos nos miran de frente ilusionados, prestos a superarnos en nombre de la dialéctica y de un mundo mejor».
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