Trump sube la tensión con China: ¿Soga para su pescuezo?
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El presidente norteamericano, Donald Trump, reiteró este sábado la amenaza a su par chino, Xi Jinping, de que si no asiste a la reunión del G20 los días 26 y 27 en Osaka, Japón, pondrá más aranceles a todos los productos de la República Popular por más de 300 000 millones de dólares, en un nuevo paso de la guerra comercial que inició contra la nación asiática.
Confiado en el respaldo de las Reserva Federal, el magnate ha hecho oídos sordos a las advertencias de sus propios aliados del Fondo Monetario Internacional y de la Unión Europea de que los estadounidenses serán los más perjudicados por la guerra comercial y del peligro de socavar el comercio global.
Pero también dentro de su territorio Trump enfrenta el malestar de las corporaciones, que quieren que el mandatario las escuche, por lo cual han hecho un frente común, integrado por 661 entidades (141 asociaciones empresariales y 520 compañías) que advierte por carta al presidente de Estados Unidos de que la escalada arancelaria con China afectará al consumidor y a sus negocios, provocando la pérdida de dos millones de empleos, y recortaría un punto porcentual el crecimiento económico.
La acción, organizada por el grupo Tariffs Hurt the Heartland (Los aranceles dañan el corazón de América), comprende a las empresas que representan a sectores económicos como el comercio minorista, la industria, la tecnología y la agricultura.
Entre los firmantes se encuentran las cadenas Walmart, el mayor empleador privado de EE UU., y sus rivales Target y Costco. También la marca de vaqueros Levi Strauss. Nike, Adidas y Under Armour ya habían alertado en mayo que elevar al 25% los aranceles a los productos que importan de China tendrá un efecto “catastrófico” en el consumidor.
“Los aranceles adicionales tendrán un impacto negativo, significativo y a largo plazo para las empresas, los agricultores, las familias y la economía de EE UU”, se puede leer en la carta, por eso urgen a la Administración a “que vuelva a la mesa de negociación” y trabaje a la vez con los aliados “para desarrollar una solución global”. El mensaje es similar al lanzado por el Fondo Monetario Internacional.
Las empresas insisten en que la escalada arancelaria no beneficia económicamente a EE UU: “Las dos partes pierden”. También recuerdan que el arancel es un impuesto que pagan directamente las compañías importadoras, no China, como argumenta Trump. Al mismo tiempo, señalan que la incertidumbre alimenta la volatilidad en los mercados y amenaza con descarrilar la expansión económica más larga en la historia moderna.
Los impulsores de la iniciativa calculan que una subida adicional de los aranceles, sumada a las ya aplicadas, supondría la pérdida de más de dos millones de puestos de trabajo en EE UU y recortaría el Producto Interno Bruto (PIB) del país en torno a un punto porcentual. Además, costaría una media de 2 000 dólares a cada familia estadounidense.
Morgan Stanley, por su parte, señala que las condiciones de negocio están al nivel más bajo desde el 2008 en gran medida por la ansiedad que crean los aranceles. La retórica de confrontación no está teniendo tampoco el apoyo del público que podría esperar Trump. En un sondeo publicado el pasado viernes por la cadena CNBC, el 34% de los encuestados se declara contrario a comprar productos chinos y el 57% se muestra indiferente.
En buena parte se explica porque el impacto de los aranceles en el consumidor es imperceptible, al ser las empresas las que asumen el alza en los costes. La extensión con la que amenaza Trump, sin embargo, podría afectar a productos que consumen directamente, como la ropa o el calzado. Los aranceles que ya están en vigor afectan a artículos como bicicletas, aspiradoras, televisores o aparatos de aire acondicionado.
Wall Street está muy pendiente de este desenlace, porque aunque las compañías están tratando de esquivar los aranceles orientando parte de su producción a otros países, la guerra comercial tendrá inevitablemente consecuencias que afecten a su margen de beneficio. JPMorgan anticipa que si se entra en la nueva fase de la batalla comercial, el S&P 500 podría caer más de un 10% y sería difícil recuperar todo lo perdido.
Actualmente, el impuesto en la frontera se aplica a importaciones valoradas en 250 000 millones de dólares, por lo cual la situación empeoraría si Trump cumple su amenaza de la escalada total de "inmediato", si su homólogo Xi Jinping no se reúne con él en la cumbre del G20.
La Oficina norteamericana de Comercio Exterior aborda esta semana en Washington la extensión de los aranceles al resto de importaciones que llegan de China, coincidiendo con la reunión de la Reserva Federal, que está vigilando la evolución del litigio para determinar su impacto en la economía y actuar si fuera necesario para sostener la expansión.
Pero Trump, como siempre hace, trata de justificar sus pasos, al asegurar que China manipula su moneda para perjudicar a EE.UU. y la nueva subida de aranceles, o la amenaza sobre ello, obligarían a Beijing a firmar un acuerdo comercial.
"En este momento, China está siendo completamente diezmada por las compañías que se están yendo a otros países para no pagar las nuevas tarifas", afirmó, soslayando que las exportaciones de la nación asiática siguen creciendo y que ninguna de las compañías que, como había asegurado, regresaría a Estados Unidos, .lo ha hecho, debido al alto costo de la mano de obra.
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