Móvil… no solo el teléfono

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Móvil… no solo el teléfono
Fecha de publicación: 
17 Junio 2019
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Nunca sabré su nombre ni el de la niña, pero se me antoja que es un papá complaciente que le lleva a su hijita una piscina móvil, portátil, para ayudarle a paliar estos calores mientras se divierte con los amiguitos.

Quizás sea prestada, y la lleva así, ya inflada como la tenían los dueños. O a lo mejor la compró —bien caras que son— o se la regalaron, o la alquiló, y viene de echarle aire en un garaje.

La niñita va contentísima, casi como Pilar, «con aro, balde y paleta», solo que ella lleva en la gran jaba probablemente el balde, la paleta y otros juguetes plásticos, de esos que flotan en el agua.

Por estos días, los meteorólogos han hablado de termómetros que marcan 34 y hasta 35 grados. Y, para colmo, la sensación térmica hace sentir como si fueran 40.

Como era cerca del medio día, los valientes o los necesitados que a esa hora andaban por la calle con la ropa pegada a la espalda y el sudor cayéndole en los ojos, se quedaban con la mirada prendida en la piscina del mismo modo que los perdidos en el desierto al vislumbrar un oasis.

Hasta volteaban la cabeza para seguir con la vista sumergida en la piscinita portable, imaginando frescores. Yo hubiera dado lo que no tengo por haberla aterrizado en la mismísima esquina, por llenarla con unos cuantos cubos de agua, y sumergir en ella, con ropa, cartera y todo, mi humanidad semi calcinada a las 11:45 de todos los fuegos, de todas las candelas de junio.

Pero en vez de esas casi alucinaciones motivadas por tanto calor, mejor suponer que este domingo, Día de los Padres, ese señor estuvo junto a su hija celebrando y compartiendo junto a una piscina que, dejando chiquitos a todos los surrealistas del mundo, llevó como sombrero.

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