Cuando ser hombre enferma
especiales
A propósito del trabajo de esta autora “¿Día internacional del feo?” publicado por CubaSí a fines de abril, uno de los internautas que dejaron comentarios, Migue se hace llamar, preguntaba: “Y el día del hombre, ¿para cuándo?”.
Una pena que no sepa que ese día existe y se celebra el 19 de noviembre desde hace 21 años, según acuerdo de la Unesco.
Quizás, si se hablara más del tema, Migue lo sabría; pero, en verdad, no hace falta esperar a una efeméride para reflexionar sobre algunos avatares del hombre cubano y cuán complicado pudiera convertirse el ser hombre en esta Isla de huracanes.
¡A mí no me duele nada, chica!
Así le respondió Luis Miguel —no el cantante— a la esposa cuando esta le insistió por tercera vez en que debía ir al policlínico.
El hombre llevaba con un dolor desde el día anterior y los síntomas parecían apuntar a una apendicitis. Pero Luis Miguel seguía ahí “porque los hombres no se quejan”.
Ese y otros estereotipos acompañan a la masculinidad patriarcal que ha echado raíces desde hace mucho en el imaginario colectivo de esta Antilla Mayor.
Tal masculinidad hegemónica, aunque en una primera lectura parezca increíble, constituye en sí misma un factor de riesgo para la salud del hombre cubano.
Abundantes investigaciones desde las ciencias médicas y las ciencias sociales lo ratifican.
Sucede, explican los expertos, que son muchas las exigencias a que se sienten sometidos los varones. El mero hecho de llevar pantalones condiciona, como tendencia, agresividades, competencias así como conductas violentas y temerarias que pueden concretarse lo mismo frente al timón de un vehículo o cruzando la calle, que ante una botella de bebida o en el terreno de la sexualidad, por solo poner algunos ejemplos.
El volumen 12 de la Revista cubana de genética comunitaria (enero-abril 2018) en su texto Masculinidad hegemónica en pacientes con enfermedades crónicas frecuentes en Cuba refiere que “existe sobremortalidad masculina en nueve de las diez principales causas de muerte en Cuba”.
El propio Luis Miguel, cuya historia da inicio a este texto, es de los que al cruzar la calle parece sentirse un Superman tropical. Esta reportera lo ha visto ignorar olímpicamente el semáforo y aventurarse a cruzar la encrucijada de 23 y 26 como si fuera invulnerable a los vehículos.
Pareciera que esperar la luz roja o dejar que el carro a 30 metros de distancia pase primero fuera cosa de blandengues, de cobardones solo merecedores de burla.
A la vez, el supuesto mandato de proveedor que la sociedad les ha impuesto, obligándolos a “sacar de donde no hay”, a inventar como se pueda –y a veces como no se puede- aumenta a 3XL el nivel de estrés de los hombres, conspirando así contra su salud física y mental.
La estudiosa María Lucero Jiménez Guzmán, del Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México, asegura en su investigación “Modelo hegemónico de masculinidad. El mandato de ser proveedor un gran riesgo para la salud”, que dichas masculinidades hegemónicas definen lo que es "ser hombre" de lo que no.
Como dichos “mandatos” de género se siembran y cultivan en el proceso de socialización, todos somos responsables de sus consecuencias.
Dicho así no impresiona demasiado pero pudiera impactar de otra manera si se tiene en cuenta, por ejemplo, que, según el Anuario Estadístico de Salud en su edición 46 -con información hasta el año 2017-, de los 7 mil 506 fallecidos de ese último año VER , 4 mil 553 eran del sexo masculino.
Un análisis de los datos de los propios Anuarios Estadísticos de Salud, entre el 2012 y el 2016, muestra que, como tendencia, la tasa de mortalidad de los hombres supera a la de las mujeres al menos en dos puntos.
De la cantidad de hombres fallecidos en 2017, 2 mil 960 de ellos perdieron la vida a causa de accidentes variados, caídas, accidentes de tránsito, ahogamientos, envenenamientos, por exposición a la corriente eléctrica, al humo y al fuego, entre otros, según el anuario citado.
Incluso del aumento de las estadísticas sobre VIH/sida en hombres, puede inferirse que también lo que supuestamente “es de hombre” y lo que no lo es, igual anda tensando la cuerda en cuestiones de riesgo y vulnerabilidad. De hecho, son hombres la mayoría de los más de 2,1 millones de personas contagiadas en América Latina y el Caribe.
Ubersexual, Retrosexual, Metrosexual... ¿y Neanderthal?
No dejan de multiplicarse las etiquetas. Y resulta una pena eso de querer de todos modos colgarle el cartelito a seres humanos que, en definitiva, son únicos e irrepetibles.
Pero no los empeños de clasificar no son un empecinamiento “porque sí”. Detrás de todas esas categorías y calificativos está la oreja peluda del mercado, a veces muy oculta y camuflada, pero ahí.
Preguntarle si no a la marca de L'Oreal. Ah, y también al doctor House, perdón, al conocido actor Hugh Laurie quien en 2012 fue escogido como imagen de esa línea cosmética masculina.
¿Y por qué? Porque Laurie era un Retrosexual, o, al menos, así lo presentaron. Como la carta de triunfo de aquellos hombres mayores de 50 que, después del 2000, se han dedicado a cuidar su imagen, pero sin esclavizarse al espejo y a los productos de belleza combinando elegancia y madurez, según apuntan los entrenados en esas lides.
De todas formas, rótulos aparte, hace tiempo que, para bien, dejó de ser privativo de las mujeres el tema de los cuidados corporales en bien de la estética. Los grandes emporios de la cosmetología, de los productos de aseo y de belleza en general, baten palmas, pero por esta geografía caribeña el fenómeno se viste con otros tintes.
Sucede que aunque sea difícil, por las carencias del bolsillo y de las tiendas, disponer de los productos necesarios para estos cuidados, los cubanos, y sobre todo los jóvenes, no dan su brazo a torcer y de todas formas cuidan de su estética.
Suele vérseles depilados,con las cejas modeladas, a veces con la manicure incluyendo el barniz para uñas, y a veces también con el cabello teñido, decolorado, con degradados, reflejos o mechas. Eso por no hablar de los peculiares pelados que merecerán un texto aparte.
No son todos los hombres, pero es una tendencia que no puede ignorarse. Para nada debe relacionarse con una u otra inclinación sexual, y sí con un nuevo planteo de las masculinidades que se ha ido abriendo paso a nivel global y del que Cuba no ha quedado al margen.
Pero ese autocuidado referido a la apariencia personal no va a la par del autocuidado de la salud. Esto último se debe, paradójicamente, al lastre de un estereotipo de masculinidad, ese que no se queja, que no se enferma...
Por un lado, las masculinidades emergentes pujan por variar la imagen de los hombres y, en sentido contrario, masculinidades ancladas en el pasado, tiran de los varones hacia estereotipos que les impiden cuidar de su salud. Y todo eso acontece dentro de un mismo individuo.
Desatender o conspirar contra la salud abarca desde no quejarse y no querer asistir al médico, hasta adoptar modos de vida y hábitos tan poco saludables como el consumo de alcohol o tabaco.
Mientras el no llorar y dejar de exteriorizar emociones como la ternura o el dolor, que “no tiene que ver” con el tradicional estereotipo masculino, puede conllevar a enfermedades de orden psíquico; el adoptar actitudes de desafío al riesgo como saltar desde lugares peligrosos o hacer fuerzas o pesos desmedidos pudieran atentara gravemente contra la integridad física e incluso contra la vida misma.
Estudiosos de este interesante tema indican entre los factores de riesgo para la vida: agresividad, competencia así como conductas violentas y temerarias en ámbitos como el tránsito vehicular, las adicciones, la violencia y la sexualidad.
Ellos más que Ellas
Cuando se compara a hombres con mujeres en cuestiones de salud, el Anuario Estadístico de Salud del 2017 evidencia que Ellos suman estadísticas mayores en cuanto a enfermedades del corazón, tumores malignos, accidentes, cirrosis hepática y las lesiones autoinfligidas intencionalmente.
La doctora Zoe Díaz Bernal, coordinadora de la Red Latinoamericana de Género y Salud Colectiva de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Alames), y su nodo en Cuba, en declaraciones a Granma había apuntado que “el cuerpo biológico del hombre es igual de vulnerable y no ha sido visto de ese modo, además de que en el plano social, ese hombre, educado en el machismo y cultura patriarcal, también está sometido a riesgos y vulneraciones debido a los propios constructos de género”.
Como resultado de tales presiones los hombres de mediana edad, en Latinoamérica y el Caribe, pierden alrededor de un 40 % más de años de vida que las mujeres, debido a enfermedades crónicas, según consigna el Manual Masculinidades en Movimiento, de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades.
Los estereotipos en cuestión de masculinidades no solo se heredan de padres a hijos sino influyen y a veces determinan en el nacimiento o no de descendencia. Consumir alcohol y no acudir al médico subestimando padecimientos como varicoceles se incluyen entre los factores de riesgo reproductivo identificado.
Para Adonay Martínez, especialista del Centro Nacional de Genética Médica, implicar al padre desde el momento de la concepción es la mejor estrategia para construir masculinidades diferentes, en las que “se rompa con estereotipos que los limitan de vivir con conciencia sus sentimientos y velar por su calidad de vida”.
Añadir nuevo comentario