“Testimonios Cómplices” de Michel Mirabal en la Bienal de La Habana

Desde la bandera gigante que ondea en Calunga, la finca que mira al mar y a los ancestros, con amor de isla y luz de arte, hasta las piezas que habitan la recién estrenada galería personal de Michel, son una celebración de la cubanidad, de ese patriotismo que nos acompaña y nos bendice, de nuestra capacidad para bregar entre las dificultades y, también o quizás, sobre todo, para construir la belleza.

La bandera, claro, la de la estrella solitaria, recreada, soñada y vivida por la mirada del artista, protagoniza otra vez la colección inédita que el público podrá visitar desde hoy en el Estudio Abierto que Mirabal ha concebido hasta mayo.

Sin irreverencia ni panfleto, se multiplica la insignia nacional en Calunga, acompañada por los vecinos que también participaron en la noche inicial, los jóvenes que crecieron al amparo de un hogar grande hecho por la Revolución y a los que Michel Mirabal ha decidido acompañar y llenarles la vida de buen arte a través del Proyecto sociocultural que desarrolla en la comunidad.

Descemer Bueno en concierto, el maestro José Luis Cortés en una descarga improvisada, pero, por supuesto, en talla y la presencia de otros amigos artistas, funcionarios de instituciones culturales y sus galeristas de Aspen Art Gallery en Los Ángeles, transcurrió la apertura de “Testigos Cómplices”.

Una experiencia cultural incluida en un prestigioso evento de la visualidad el cual, tal y como nos dijo el propio Michel en entrevista reciente, solo es posible en Cuba: "...es muy importante la Bienal de La Habana, yo la miro como una fiesta. El Ministerio de Cultura, con sus instituciones, da todo el apoyo, en este caso a los jóvenes, sobre todo, y eso en el mundo no existe, solo en Cuba puede pasar algo así”