Historias de Habano, pasión por la identidad
especiales
Aunque Habano, pasión por la identidad, el DVD que presentó recientemente la Egrem, es mucho más amplio, me he quedado con un par de anécdotas contadas por dos músicos de culto en nuestro país: Leo Brouwer y César López.
Leo Brouwer: Como no soy machista, le dejo anillo
«¿Ustedes saben por qué el tabaco tiene una vitola? En el siglo XIX las mujeres fumaban puros y para que no se mancharan los dedos se les puso el anillo. Después el anillo sirvió para divulgar la calidad de la procedencia del tabaco. Pero esa es la realidad.
«Cuando yo era niño, veía que todos, mi tío y todos los hombres en Bauzá, una de las fábricas más antiguas del tabaco cubano, les quitaban el anillo, y yo aprendí a hacerlo así, pero como no soy machista, les dejo el anillo ahora».
César López: Fidel Castro y los Habanos para vencer batallas
«Mis inicios fumando tabaco fueron algo muy especial en mi vida, incluso, eso tiene una trascendencia en mi vida. Fue a través del Comandante Fidel Castro que, en una ocasión, recuerdo que fue un 4 de julio, que hicimos una gala de músicos cubanos tocando música americana y después él nos invita a algunos de los músicos y cuando terminamos la cena y conversamos, por allá por las cinco de la mañana, nos obsequió una caja de Habanos, y ahí es el comienzo mío con el Habano.
«Eran unos tabacos Trinidad, 23 tabacos tenía la caja, regalé tres a un gran amigo mío puertorriqueño y me fumé veinte, porque no es que yo sea supersticioso, pero algo siempre tenemos de eso, entonces yo dije: bueno, si Fidel es un hombre que ha tenido tantas batallas y las ha ganado todas, esto me va a servir a mí para ganar las mías también y creo que sí, que me ha dado resultado».
El documental recoge las confesiones, además, del cantautor Amaury Pérez y el artista de la plástica Nelson Domínguez. Pero a mí me enamoraron estas anécdotas, con todo y moraleja, porque sí, el tabaco cubano cuenta parte de nuestra historia, es arte desde que lo plantan, allá en las vegas de Pinar del Río, por ejemplo, es la más pura identidad, va en el ADN de familias completas de tabacaleros, pero qué hermoso ver cómo se carga de un sentido personal y abre las puertas a ciertos preceptos de vida.
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