Narcotráfico: Instrumento del imperialismo

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Narcotráfico: Instrumento del imperialismo
Fecha de publicación: 
9 Febrero 2019
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Pero es que todo forma parte de un sistema en el que la vida humana vale mucho menos que el dinero millonario producto del narcotráfico, causante de la muerte de miles de personas en el mundo, quienes, al no ser “estrellas”, quedan en el anonimato.

Toda la política estadounidense de control y consumo de droga ha sido un fracaso desde el punto de vista humano, y más cuando hay divulgación que casi elogia a protagonistas implicados en el sucio negocio, aunque siempre se señalan peyorativamente a traficantes procedentes de Latinoamérica, principalmente mexicanos y colombianos, con el aditamento de mafias de todo tipo procedentes de ex países socialistas del Este de Europa.

Sí, hay muchos nombres latinoamericanos como cabezas de cárteles, pero quienes se benefician aún más son los grandes jefes nacidos en Estados Unidos, que cuentan con protección de agencias de inteligencia, vínculos policiales y lobistas con conexiones con algunos legisladores.

Porque este negocio no sería lucrativo desde el punto de vista del consumo, si no existieran lo que se conoce como “narcos gringos”, es decir, norteamericanos, y no son afroamericanos u otro tipo de estadounidense con mezcla latina, sino personas de tez blanca, rubias y ojos azules, vestidas de forma casual o informal.

También hay madres de familia, a veces con hijos pequeños, y muchas veces negociantes o empresarios locales. Son personas discretas que no despiertan sospechas de la policía y muchas veces tampoco de sus vecinos o amigos.

Es decir, no habría tráfico desde México u otros países del sur, si no hubiese seguridad de que alguien vendería las drogas en Estados Unidos.

AHORA Y ANTES

Estados Unidos se ha valido del narcotráfico para no sólo justificar invasiones “salvadoras”, sino para financiarlas y sacar gruesas ganancias.
Todavía, el Pentágono tiene tropas en Afganistán, y gran parte está dedicada a proteger los cultivos de amapola, que asegura la distribución a países de Europa. Es conocido que ataúdes que deberían contener cadáveres de soldados estadounidenses, eran rellenados con drogas, y ninguno era revisado.

Asimismo, hay pruebas gráficas de que soldados norteamericanos destacados en las siete bases que Estados Unidos tiene en Colombia, colaboran con latifundistas dedicados al sucio negocio.

Estantes de bibliotecas pudieran ser llenados con los tomos dedicados al papel de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la utilización del narcotráfico para financiar guerras contra los pueblos en todos los continentes.

A pesar de que las distintas administraciones norteamericanas, al menos desde la década de los 70’, han estado enfrascadas en lo que denominan la 'guerra contra las drogas', fue a partir del ataque del 11 de septiembre del 2001 contra las Torres Gemelas neoyorquinas y el Pentágono, en Washington, cuando se articuló terrorismo y narcotráfico.

Casi 18 años después los resultados son una burla.

Mientras que la DEA informa que el 92% de la cocaína que llega a Estados Unidos proviene de Colombia, el país suramericano le solicita al gobierno norteamericano que atienda "el grave problema interno que tiene de drogadicción".

Todo sirve para ampliar la colaboración con las ya mencionadas bases militares estadounidenses en primera línea, que hoy también están jugando un papel en la agresión a Venezuela, que se proyecta ahora en gran escala.

BOGOTA PRODUCE, WASHINGTON CONSUME

Lo que se deriva de estas declaraciones públicas es que, a pesar de las bases militares, Colombia sigue produciendo grandes cantidades de drogas y Estados Unidos sigue consumiéndolas, porque tal “guerra” se ha convertido en un gran negocio al que Estados Unidos no quiere poner freno.

La razón estriba en la red de instituciones y empresas que gravitan en torno a la lucha contra las drogas como, por ejemplo, las corporaciones de seguridad que operan en distintas partes del mundo.

Por otro lado, la industria carcelaria en Estados Unidos, cuya racionalidad mercantil se sustenta en la cantidad de presos que ingresan por asuntos relacionados con psicotrópicos, además de las contratistas militares, quienes tienen ya su nicho asegurado, y ni hablar de los bancos, como apunta este ejemplo de Antonio Maria Costa, el ex director de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito:

"En muchos casos, el dinero de las drogas era la única inversión de capital líquido. En la segunda mitad del 2008, la liquidez era el principal problema del sistema bancario, así que el capital líquido se convirtió en un factor importante. Los préstamos interbancarios se financiaban con dinero que se originaba en el narcotráfico y en otras actividades ilegales… Hubo indicios de que algunos bancos fueron rescatados de esa manera".

Pero todo este manejo escandaloso quedó impune, lo cual subraya que Estados Unidos sigue ejerciendo hipócritamente una influencia poderosa dentro de la lógica global de penalización del consumo de drogas, por lo cual mantiene una postura cada vez más inflexible, contradictoria y radical que le permite seguir defendiendo su modelo bélico alrededor del mundo. O sea, utiliza el gran negocio del narcotráfico como instrumento de guerra.

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