Bangladesh: Hasina sigue ganando batallas

Bangladesh: Hasina sigue ganando batallas
Fecha de publicación: 
4 Enero 2019
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Sus enemigos la acusan de autoritarismo y Estados Unidos ve con aprehensión como un exaliado estrecha sus lazos con China, pero las campañas que levantaron en su contra no pudieron evitar que la inmensa mayoría del pueblo de Bangladesh asegurara la tercera victoria consecutiva de la alianza gubernamental que encabeza la primera ministra Hasina Wajed o Sheik Hasina, como le llaman, en las recientes elecciones parlamentarias.

También los opositores alegan que el encierro de su principal rival, Khaleda Zia, facilitó la victoria de Hasina, pero lo cierto es que su contraria cumple una pena de 17 años por comprobados delitos de corrupción, que no tienen comparación con las artimañas fabricadas por jueces venales contra figuras populares, como pasó con Lula en Brasil para evitar que fuera presidente y llevar al fascista Jair Bolsonaro al poder.

Hasina lleva liderando desde el 2009 y es la única dirigente que ha podido cumplir con los períodos de mandato establecidos de cinco años, porque no ha sido víctima de golpes de Estado o asesinato como otros anteriores dirigentes de Bangladesh, donde ha aportado esperanza e innovación en la tarea de poner fin a la pobreza.

Veinte millones de bangladeshíes han dejado de ser pobres durante su mandato, en el que el promedio del crecimiento económico supera regularmente el 5%, los desastres naturales ya no ocasionan por falta de prevención hasta un millón de muertos y no suceden accidentes por negligencias como los derrumbes de fábricas en malas condiciones, como el ocurrido en el 2013, que causó más de mil víctimas mortales, en su inmensa mayoría mujeres.

Esta victoria, como las dos anteriores, fue relativamente fácil, arrolladora, al obtener el partido dirigido por Hasina, la Liga Agamí, 259 de los 300 escaños del Parlamento, y si tenemos en cuenta los ganados por el resto de la coalición oficial, serán 287, muy por encima de la mayoría de 151 para controlar el legislativo de una nación donde votan unos 104 millones de las casi 144 millones de personas que habitan en una superficie de 143 998 kilómetros cuadrados.

La otra mirada

La República de Bangladesh es una democracia parlamentaria que se rige por la Constitución del 4 de noviembre de 1972, enmendada en numerosas ocasiones. El presidente, elegido por el Parlamento, es el jefe del Estado y el Ejecutivo lo ostenta el primer ministro, que es una mujer desde hace nueve años, hija del fundador de la patria, Mujibur Harman, asesinado por golpistas.

Durante su mandato, Hasna ha reducido casi a cero los atentados terroristas, ha acogido a cerca de un millón de la etnia rohinyas, procedente de Myanmar, y hecho avanzar a su país en todos los órdenes, aplicando, según ella, el concepto de socialismo democrático, contrario al neoliberalismo esgrimido por su principal rival, hoy en prisión, Khaleda representantes de la oligarquía y más asequible a los intereses del imperialismo norteamericano, hoy en retroceso allí.

Lo cierto es que el escenario actual de Bangladesh es el mejor de su historia, y lo han ubicado como un ejemplo para el resto de los países subdesarrollados.

Los datos de la Oficina de Estadísticas de Bangladesh mostraron que el país ha podido acelerar su tasa de crecimiento anual del PIB en un punto porcentual cada diez años desde la década de 1980, hasta alcanzar el 7,6% en el 2018.

De ser un país predominantemente receptor de ayuda, Bangladesh ha comenzado a explorar la arena comercial, ya que la proporción de ayuda en el PIB bajó de alrededor del 8% en la década de 1990 a alrededor del 2% en los últimos años.

El fortalecimiento del país en el mercado global se ha manifestado en el surgimiento de un sector altamente competitivo orientado a la exportación, generando un aumento significativo de empleos en el sector de las manufacturas, en el que cerca de dos tercios de la fuerza laboral son mujeres.

La exportación de bienes y las remesas han alcanzado ingresos de aproximadamente 52 000 millones de dólares en el 2018, y de esta manera ha desafiado los vaticinios de la década de 1970, cuando en "Bangladesh: el caso de prueba para el desarrollo", uno de los primeros libros de la recién nacida nación, los expertos apuntaban que si el desarrollo económico fuera posible en un país con tantas dificultades como ese, sería posible en cualquier otro.

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