Ileana Mulet en La Bodeguita del Medio: otra huella sobre la ciudad
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Huellas sobre la ciudad es el título de un proyecto plástico en el que esta artista recogió parte de su obra pictórica sobre La Habana, esa ciudad maravilla que se colorea y se expresa soñada como una constante en el trabajo de esta importante creadora cubana.
Pero las huellas de Ileana Mulet sobre La Habana son múltiples, no la vio nacer esta ciudad, pero la abrigó como una madre y todas las formas le han parecido válidas para devolverle los afectos:
“Hace mucho tiempo atrás, yo estuve 17 años y medio trabajando como decoradora para el turismo y un día me dijeron que se me había asignado La Bodeguita del medio…” así comienza la historia de cuando participó en la primera restauración capital de este emblemático sitio capitalino posterior al triunfo de la Revolución.
“Había una arquitecta que se llama Carmen a cargo del proyecto y ahí comenzó una historia que pasó de ciertas reparaciones a la decisión de hacer un remozamiento total.” A tiempo, llegó el equipo para evitar que se perdieran estructuras y esencias del lugar donde personalidades destacadas en la cultura, la política, en todos los ámbitos de Cuba y el mundo habían dejado sus firmas y su impronta.
“Ahí tuve la oportunidad de conocer a Martínez, que había sido en el capitalismo, el dueño de la Bodeguita del Medio y que recibió ya desde entonces en su negocio a personas de la bohemia que venían desde Estados Unidos y de otras partes del mundo, entonces él me contó que fueron a buscarlo, porque Salvador Allende había expresado que cuando viniera a La Habana quería ir con Fidel a la Bodeguita del Medio, porque ya él había estado antes y entonces se volvió a poner a funcionar la Bodeguita y él tenía allí como un puesto honorífico, siempre estaba en el lugar…”
Ángel Martínez la creó y le dio sus primeras glorias, así que el equipo designado para la restauración conferenció mucho con él: “yo le hice la entrevista a Martínez para saber en realidad cómo era la bodeguita, como él la había concebido y luego me hice una idea específica y comencé a trabajar”.
¿Patrimonio vs reparación?
Según nos cuenta Ileana Mulet, claro que ambos intereses se mantuvieron en constante diálogo y hubo que asumir ciertos riesgos: “hice un estudio con las puertas y las ventanas, que fuimos descorchando hasta llevarlo al profundis, pero luego mantuvimos como siempre él pintó con el azul colonial; al quitar los techos y remozarlos, empezaron a surgir situaciones y no nos quedó otro remedio que tapar algunas firmas para repellar las paredes, en este sentido, Martínez dijo siempre que no había ningún problema, puesto que él tenía unos álbumes en los que recogía también las opiniones de todas las personalidades que venían al local, así pudimos ir rejuveneciendo y al mismo tiempo conservando la historia de este lugar”.
“Así que fue una gran experiencia, aunque duro, porque hubo muchos periodistas que escribían y decían que el turismo estaba acabando con la Bodeguita del Medio, venían turistas y nos preguntaban y siempre me mandaban a mí a conversar con los que venían a saber o a criticar, así que llegué a conocer perfectamente la historia de La Bodeguita del Medio.”
Martínez, Leal, Mulet… ¿nombres de ángeles?
Y sí, al menos para la Bodeguita del Medio, ese trocito imprescindible de La Habana Vieja, el propio fundador le otorgó el “título a la pintora”: “Él me puso a mí un nombre que siempre voy a recordar: “El ángel blanco de La Bodeguita del Medio”. Pasado el tiempo, Martínez muere y una administración de las que había me llamó y ellos habían puesto como una cajuela con un vidrio que se abría y ahí estaban poniendo las firmas de las personas que ellos creían que realmente valía la pena y me mandaron afirmar ahí, no sé si en este momento está.”
Y ella comparte el reconocimiento: “Yo sí te puedo decir que estoy muy orgullosa de haber terminado la restauración en vida de Martínez, quien aprobó todo lo que hicimos y de que fuera Eusebio Leal quien reinauguró el lugar y dijo que se debía cerrar cada cinco años para repararlo, porque es un museo viviente, para perdurar en la historia y era necesario hacer cambios a veces también.”
… pero qué bonito y sabroso…
Así como se baila el mambo, bello y rico, se comía en La Bodeguita del Medio, esta buena cubana no puede evitar rememorar “el tasajo, el cerdo acabadito de hacer, el congrí como se hace realmente el congrí, hace mucho tiempo pero yo recuerdo que había un colectivo de trabajo maravilloso allí, recuerdo un camarero que era muy bueno, que hasta dormía ahí parecía que esa era su casa, le decíamos Calle y a un cajero que le decían Varilla, el que lea esto y conozca sabrá que es una época de oro de La Bodeguita del Medio, personas que trabajaban allí, que tenían un tremendo sentido de pertenencia y todos ellos aprobaron el proyecto.”
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