¡Calor, calor, calorrr!
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Como invisible código de barras, el calor de estos días deja su marca en cada una de las acciones, de los planes, y hasta de las frases que pronunciamos.
Lo mismo a las puertas de un P-4 que de un quirófano, igual en el agromercado que en el correo o en la discoteca, lo mismo en la biblioteca que en el cine o en la notaría, en cualquier punto de esta geografía las altas temperaturas agobian, golpean sin piedad.
Aunque los termómetros marcan cifras altas, en realidad no se han registrado plusmarcas, como sí ocurrió en julio de hace tres años, cuando se implantaron 11 de estos récords de calor.
Lo que hace que uno sienta como si la piel casi ardiera y que parezca que un huevo pudiera freírse solito con solo tirarlo sobre el asfalto es una malévola combinación de factores.
Por un lado, la intensidad de la radiación solar; por otro, que los vientos por acá son débiles, y a eso se añade la alta humedad relativa, pocas lluvias, y la poca diferencia entre los valores de temperaturas diurnas y nocturnas. Tal fue la explicación que, en esencia, ofreció a Granma el Doctor en Ciencias Ramón Pérez, especialista del Centro del Clima del Instituto de Meteorología.
De todas formas, con el pasar del tiempo, la tendencia apunta a cada vez mayor calor. Entre 1951 y el 2010 la temperatura media aumentó en 0,8 grados Celsius.
«Esa situación nos conduce de manera progresiva hacia valores extremos de calor con el paso de los años, pero, al menos por ahora, nuestra condición insular nos protege de las llamadas olas», indicó el meteorólogo.
Olas, y no para surfear
El investigador del Centro del Clima precisó que, al menos por estos lares, no viviremos olas de calor como las que ahora sofocan a otras latitudes.
Las razones para que ello no ocurra en esta encrucijada del Caribe radican, precisamente, en nuestra condición de isla, que «hace improbable tales eventos, pues la brisa marina siempre será un factor atenuante para no registrar escenarios tan extremos, a lo cual se suma el usual refrescamiento de la atmósfera causado por las típicas lluvias de las tardes veraniegas», señaló el estudioso.
De acuerdo con el doctor Pérez, el concepto ola de calor no solo lo determinan las elevadas temperaturas, sino el impacto que estas ocasionan.
Y no han sido pocos dichos impactos durante este verano. Tan solo en Japón, por ejemplo, la ola de calor ha dejado unos 80 fallecidos y más de 22 mil personas hospitalizadas.
Sucede que desde la ciencia se ha determinado que el organismo humano funciona de modo óptimo entre los 36 y 38 grados centígrados. Si los indicadores en los termómetros siguen subiendo, el cuerpo apela, sobre todo, al mecanismo del sudor para liberar ese calor —aunque el ritmo cardiaco y también la respiración pueden «hacer acuse de recibo».
Se suda más también en proporción con la humedad, y ello, en primera instancia, puede conducir a la deshidratación. Pero si la cosa se pone bien mala, entiéndase bien caliente, el organismo empieza a echar mano a otros recursos buscando enfriarse a toda costa, y entonces sobrevienen espasmos musculares, agotamiento, y también lo que se conoce como «golpe de calor», que es gravísimo, porque puede causar daño permanente en los órganos, e incluso la muerte.
El famoso actor Bruce Lee, destacado artista marcial, curiosamente falleció en 1973, a los 32 años, precisamente de un golpe de calor, según su última biografía.
Si el cuerpo se calienta hasta los 40 grados, el cerebro ordena trabajar menos a los músculos y comienza entonces la fatiga, y al alcanzar los 41 grados, sobreviene el agotamiento. Los procesos químicos que tienen lugar en el ser humano se ven afectados por tan elevadas temperaturas, se deterioran las células y ocurre un fallo múltiple de órganos. Cuando eso acontece, ya ni se suda, porque a esas alturas apenas hay flujo de sangre hacia la piel, que se siente fría al tacto.
Las olas de calor acarrean, en general, consecuencias devastadoras para los habitantes de los lugares que afectan, aunque en particular sus víctimas se cuentan entre ancianos y niños, cuando no se toman las medidas adecuadas.
Plátano en mano
También en esta geografía, aunque no sufre de olas de calor, habría que tomar algunas medidas para sobrellevar las temperaturas altas y evitar, en primer lugar, la deshidratación.
Para impedir que el organismo pierda el agua que necesita —no olvidar que nuestro cuerpo es agua en más de un 60%— resulta importante usar ropa fresca, de colores claros, lo cual permite que el sudor se evapore fácil y el cuerpo se enfríe. No es nada recomendable beber alcohol, porque actúa como un potente diurético y conspira contra la capacidad para regular temperatura.
La termogénesis es la capacidad de generar calor del organismo debido a las reacciones metabólicas, y una comida abundante y rica en proteína animal conlleva una mayor termogénesis, por tanto, genera un mayor calor corporal.
Y hace falta beber suficiente agua; dicen los médicos que unos dos litros al día, en dependencia del peso. Pero ojo, algunos minerales (electrolitos) son eliminados a través del sudor, y mientras más agua se bebe, más puede liberarse mediante el sudor y la orina, y junto con ella también los necesarios electrolitos. Algunos estudios apuntan a que en un litro de sudor pueden irse 1 091 mg de sodio, 225 mg de potasio, 67 mg de calcio, 34 de magnesio y 1 495 mg de cloruro. No es poca cosa.
El potasio es un mineral que se comporta como electrolito, o sea, contribuye al equilibrio de fluidos dentro y fuera de las células. Por tanto, junto al sodio y al cloro, es bien importante para una buena hidratación.
Pero de los niveles de potasio dentro y fuera de las células también depende el inicio del impulso nervioso y la velocidad de transmisión del mismo. De ahí que resulte fundamental para los procesos de contracción y relajación de los músculos, incluyendo los movimientos voluntarios, y también los involuntarios o espontáneos, como los del corazón.
El potasio también resulta importante para la conservación de la materia ósea, es clave para una adecuada síntesis de proteínas y es determinante del crecimiento celular. Además, cuando este disminuye en sangre, no se produce un correcto metabolismo de la glucosa y ocasiona reducción en la secreción de insulina.
Por tanto, ¡a comer plátano! Esta fruta, junto a los higos y las uvas, acopia unos 200 mg de potasio por cada 100 mg. También las hojas verdes como acelgas, espinacas y coles, así como las papas y los boniatos, son portadores, aunque en menor medida, de potasio.
A la parrilla
Cerca de una tercera parte de la humanidad está expuesta a olas de calor que pueden ser letales, y crucemos los dedos porque no quedamos incluidos en tal cifra, aunque sí nos toquen ciclones, tormentas y huracanes al por mayor.
Ahora mismo, por ejemplo, una ola de calor bate récords en Europa, Japón y otras latitudes. El pasado julio resultó el más caliente en 260 años, de acuerdo con registros del Instituto Goddard de la NASA, y este agosto va apuntando igual.
En China, donde los ciudadanos inundan balnearios, las altísimas temperaturas
obligaron a emitir una alerta nacional.
En el Valle de la Muerte, en California, considerado el lugar más caliente de la tierra, donde el 10 de julio de 1913 se registraron 56,7 °C y los termómetros marcan habitualmente más de 40 ºC, en las últimas jornadas se han alcanzado hasta 52,8 °C, mientras que en las noches el termómetro no se baja de 37 °C.
La pasada semana superaron los 71 mil los japoneses hospitalizados por la extrema ola de calor que allí sufren, mientras que en Alemania fue tanto el calor a inicios de este mes, que los niveles de agua del río Elba descendieron y aparecieron en la ribera municiones de la Segunda Guerra Mundial; en Suecia se derritió el hielo hasta ahora permanente de la montaña más alta del país, mientras que, en Viena, previsoras autoridades repartían de modo gratuito desodorante en el metro.
Por su parte, autoridades holandesas, y también de Australia, cerraron algunos tramos de las autopistas de sus respectivos países porque el calor empezó a derretir el asfalto.
En Australia, literalmente, se derritieron las carreteras.
Y como el calor afecta a todos los seres vivos, incluyendo, por tanto, a los animales, en Francia los cuidadores de uno de los zoológicos prepararon helados de frutas para refrescar, en especial a un oso polar y otras especies que se mantienen en cautiverio, reportó AFP.
A perros policía en Viena les protegieron sus patas con fundas a modo de zapatos, ya que debían pasar horas sobre superficies expuestas al sol que fácilmente podían superar los 50 ºC.
En un zoológico francés optaron por darles helados de frutas a los animales. El sofocado oso polar fue el primero de la fila.
En este rinconcito del trópico, nuestros perros, gatos y otras mascotas, más acostumbrados al calor, se las van arreglando sin helados de frutas, pero ellos, si pudieran hablar, igual repetirían junto a cada uno de los cubanos: ¡Caballerooo, qué calor!
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