De la vida cotidiana: La historia del masarreal que se puso viejo y otras…

De la vida cotidiana: La historia del masarreal que se puso viejo y otras…
Fecha de publicación: 
5 Junio 2018
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“¿¡Y eso es un masarreal!?”, le dijo una señora a la otra que le acompañaba mientras esta le ofrecía el dulce. “Antiguamente me encantaban, pero eran distintos, rectangulares, de una textura suave, tenían muy buen sabor.  Ahora los que venden distan mucho de los que conocí en mi juventud”.

El “suceso” aconteció unos días atrás en una parada de ómnibus, próxima a un local donde habitualmente se vende pan. Instantes después varias personas ya opinaban sobre los dulces que hoy se ofertan; la manera en que se elaboran y cómo se distribuyen.  

Pero más allá del traslado (en ocasiones, precario) y de las condiciones en que llegan a los lugares donde se expenden, lo cierto es que la mayoría de las veces muy poco tienen que ver con los que antes se hacían en las panaderías y dulcerías “de bajo costo”, pues en estos lugares se ofertaban muy baratos, y dondequiera se podía encontrar una tortica, un masarreal e, incluso, un pastel, ¡y muy ricos, por cierto!

De esta historia, este fue el final. El empleado que vendía el pan, sacó la cabeza por la ventanita del establecimiento y gritó para quienes allí todavía estaban presentes: “He escuchado lo que han hablado: ¡No sean injustos, lo que ocurrió con los masarreales es que estaban viejos”.

Las señoras se miraron. “¡Así que viejos!”, exclamó una de ellas, en tanto los demás que allí estaban quedaron asombrados con tal revelación. Yo me marché pensando que para el caso era lo mismo, pues lo sucedido tenía mucho que ver con la calidad del servicio. “El mismo perro con diferente collar”, como dice el refrán.  

La calidad en el sector de la construcción: ¡Bien, gracias!

La bibliografía consultada señala que “la calidad se refiere a la capacidad que posee un objeto para satisfacer necesidades implícitas o explícitas según un parámetro, un cumplimiento de requisitos de cualidad”.

Precisa también que la calidad es un concepto subjetivo y está  relacionada con las percepciones de cada individuo para comparar una cosa con cualquier otra de su misma especie, y diversos factores como la cultura, el producto o servicio, las necesidades y las expectativas influyen directamente en esta definición.

“Desde mi perspectiva personal como cliente, la calidad se basa en la satisfacción que me brinda el producto o servicio adquirido. Una vez que sienta que cumple mis expectativas estaré comprometida a adquirirlo nuevamente, o sea, volver. Pues como dice la frase: Un cliente satisfecho, siempre regresa”, aseguro Irene, una de las entrevistadas.

Por la incidencia que esto tiene en la vida cotidiana, los criterios en torno a la calidad son frecuentes. Yosi, una forista que comentó el reciente trabajo publicado en esta página titulado Protección al consumidor: “Pasito a pasito…”, aseveró en relación con lo que pasa hoy en nuestro país: “Son tantas las cosas que suceden a diario que es imposible reflejarlas. La calidad de las mercancías pésimas, los precios altísimos+las multas, el peso de los productos, siempre por debajo, la higiene deplorable, habría que hablar sobre todo del pan, como Pánfilo”.  

Se trata de algo que incide de manera desfavorable en la vida de los cubanos, y con lo cual tropezamos todos los días lo mismo cuando adquirimos en la calle algo de comer (de esto no escapan los establecimientos por cuenta propia y las cooperativas) o cuando somos beneficiarios de otros servicios.  

No obstante, vale apuntar que en el vasto espectro de opiniones abundan no solo las que guardan relación con los alimentos, pues otras van dirigidas al quehacer de determinados organismos e instituciones del Estado, como es la construcción.

Tal es el caso de cuando se comienza a construir un edificio de viviendas y a los pocos meses ya está terminado, pero a “machetazos”, es decir “como quiera”. Y en este propio sector, ¿qué decir de la terminación de la pintura o de las obras?

De ahí que resulte muy favorable, sobre todo en la construcción de viviendas, que dicha tarea la asuman los que van a vivir en el lugar. Esa es una buena opción para garantizar la debida calidad.

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Alcanzar la calidad en las obras es posible. Es necesario acabar con la chabacanería

y el mal gusto.

Hemos visto lugares recién remozados (policlínicos, hospitales) donde los rodapiés están mal colocados y embarrados de pintura, la terminación mal dada y paredes y ventanas totalmente desajustadas.

Incluso, hay edificios que a los pocos meses de haberse construido han tenido que ser apuntalados. ¡Increíble, pero cierto!

En esos casos, siempre nos hacemos las mismas preguntas. Primero, ¿quién pagó todo? Liborio, por supuesto. Y en segundo lugar: ¿Dónde está el responsable que debe velar por la calidad?

Generar satisfacción a los clientes

¿Se hacen siempre las cosas de esta manera? ¿No sabemos distinguir lo bien hecho de lo pésimamente cocinado, facturado o construido? ¿Por qué tales hechos quedan impunes?

No hay dudas de que los cubanos somos de buen gusto y exquisitos cuando queremos, en cualquier esfera; desde la cocina, la industria, la manufactura y el sector de la construcción, sobre el cual hemos hecho referencia. 
 
Es verdad que no todas las obras tienen igual respaldo económico, ni los recursos están totalmente garantizados. No es lo mismo una inversión en el turismo, que una de corte social. No obstante, existen buenas prácticas y está demostrado que alcanzar la calidad no es un sueño.
 
Para ser eficientes resulta imprescindible hacer las cosas bien desde el principio, y por ello debieran velar quienes tienen esa misión.  

El control de la calidad es un parámetro medible en empresas y organismos. Incluso, hay especialistas responsabilizados con esta acción tan fundamental. 

Desde su perspectiva como ingeniera industrial, Indira Laborde Benítez, Especialista A de Gestión de la Calidad en la División de Logística y Servicios (DVLS) de Etecsa, considera que la calidad dentro de cualquier organización es, sin dudas, un factor esencial que genera satisfacción a sus clientes y empleados.

“Provee herramientas prácticas para una gestión integral —explicó—. Por ello su importancia radica en el cumplimiento de los estándares de calidad, pues nos brinda una oportunidad clave, no sólo para planificar los procesos, sino también para establecer mecanismos para el seguimiento y la mejora de los mismos”.

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