Orquesta cubana rinde homenaje en EE.UU. a compositores de la isla
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Obras de Leo Brouwer, Gisela Hernández, Carlos Fariñas, Guido López-Gavilán, Moisés Simons y Jenny Peña, esta última integrante de la agrupación, ofrecieron anoche al público norteamericano un recorrido por algunas importantes creaciones de los siglos XX y XXI.
La apertura del programa, titulado Clásicos cubanos, estuvo a cargo del pianista Ulises Hernández, quien reverenció a su compatriota Brouwer con Tres bocetos para piano. En el Teatro de la Terraza de la institución cultural, donde se celebra del 8 de mayo al 3 de junio el festival Artes de Cuba: de la isla al mundo, el talentoso músico ejecutó el Boceto No. 5, Choco; el No. 4, Acosta León; y el No. 6, Mendive.
Del piano de Hernández también emergieron Toque de clave, Guajira y Zapatos, creadas para ese instrumento por Gisela Hernández.
A su vez, la orquesta dirigida por el maestro José Antonio Méndez, que en la ceremonia inaugural del evento hace dos días se ganó fuertes ovaciones, llenó el teatro de sonidos del campo del país caribeño con Puntos y tonadas, de Fariñas.
El joven guitarrista Alí Arango, uno de los más prominentes de su generación, se unió después al conjunto con el concierto Elegíaco, de Brouwer.
La presencia de varios trabajos de ese compositor, quien se ubica entre lo más encumbrado del pentagrama de la mayor de las Antillas, 'sugiere su importancia dentro del mundo musical contemporáneo', explicó el Centro Kennedy.
En el concierto ofrecido ante un teatro lleno, que continuamente premió con vítores a los intérpretes, también estuvieron presentes las raíces afrocubanas con Guaguancó, de López-Gavilán, otra de las grandes figuras del panorama cubano de la pasada centuria y la actual.
La impronta afrocubana se vivió, además, con la pieza Cimarrón, de Peña, de quien la institución cultural dijo que evidencia el cambio estilístico de la joven generación de compositores.
Un arreglo suyo sobre el antológico tema El manisero, de Moisés Simons, estaba previsto como cierre de una velada en la que la música cubana volvió a ganarse el aplauso del público estadounidense, pero la aceptación de los espectadores se vio recompensada con la ejecución de dos obras adicionales, entre ellas Samba son.
Ulises Hernández declaró a Prensa Latina que desde el día de la inauguración vio al público sentir muy bien cómo los músicos cubanos tienen la dualidad de combinar lo clásico y lo popular.
En Cuba se da eso, incluso desde el siglo XIX, y en la presentación se pudo apreciar cómo funcionó perfectamente, al tocar a Brouwer, que es una música más difícil, más elaborada, junto con El manisero, y al final todo el mundo lo entiende y lo disfruta, apuntó.
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