Filtraciones en la Casa Blanca, otro descalabro electoral para Obama

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Filtraciones en la Casa Blanca, otro descalabro electoral para Obama
Fecha de publicación: 
18 Junio 2012
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La fuga masiva de documentos clasificados a la prensa se sumó a la cadena de infortunios que afronta el presidente Barack Obama rumbo a los comicios de noviembre, cuando buscará permanecer al frente del gobierno estadounidense.

 

Junio comenzó gris para el mandatario, y su campaña electoral resulta ensombrecida por malas noticias como el alto índice de desempleo, diferencias con Pakistán tras ataques con aviones no tripulados (drones), que mataron varios civiles, y ahora por las filtraciones en la Casa Blanca.

 

Diarios como The New York Times y otros medios digitales publicaron días atrás un programa federal de ciberataques a Irán y una nueva táctica del Pentágono con naves-robots contra objetivos terroristas de la red al Qaeda en Yemen, Somalia y Pakistán, países incluidos en un «listado de la muerte».

 

Según esos espacios informativos, Obama ordenó acelerar los ataques con el gusano Stuxnet a los sistemas informáticos iraníes desde su llegada a la Oficina Oval, empeñado en presionar a Teherán para que detenga su programa nuclear con fines pacíficos.

 

David Sanger, corresponsal en Washington del Times, reveló en un libro que la operación comenzó durante el mandato de George W. Bush bajo el nombre de Juegos Olímpicos y dejó inactivas temporalmente a mil centrifugadoras nucleares para desarrollar la energía atómica y producir electricidad en la nación persa.

 

Obama dio la orden en una reunión urgente con el vicepresidente Joseph Biden y el entonces director de la Agencia Central de Inteligencia, Leon Panetta, tras el descubrimiento en 2010 del Stuxnet, creado por Estados Unidos e Israel.

 

Ese año salieron a la luz las primeras noticias sobre el tema gracias a un error de programación -indicó Sanger-, quien recopiló testimonios de funcionarios estadounidenses, europeos e israelíes, y de expertos involucrados en el sabotaje cibernético.

 

«Washington lo niega, pero la ciberguerra es una de sus prioridades. En Utah, la Agencia Nacional de Seguridad está construyendo un edificio que, para 2013, estará repleto de computadores con una capacidad casi infinita para recopilar, archivar y analizar millones de comunicaciones», alertó la revista colombiana Semana.com.

 

La publicación aseguró que la intención oficial es detectar ataques electrónicos, pero también interceptar llamadas, búsquedas en Internet y transacciones financieras.

 

Ese complejo -añadió- será considerado como el centro de espionaje más grande del que se tenga noticia en la historia de Estados Unidos.

Respecto al segundo caso, se supo que el dignatario aprueba personalmente cada una de las intervenciones con drones -sus armas preferidas-, porque a su juicio tienen un riesgo mínimo para la población civil y un impacto menor que las ocupaciones.

 

Vale recordar que esos artefactos bélicos son silenciosos, baratos, tienen una enorme autonomía de vuelo y son controlados a distancia.

Aunque se emplearon por primera vez en el 2004, Estados Unidos multiplicó su uso desde que Obama asumió el poder en 2008, bajo la premisa de matar sin dejar rastros.

 

El mandatario eligió dicha estrategia por considerarla la panacea para sortear las dudas sobre la moralidad y eficacia del uso de la fuerza militar del país norteño.

 

«Obama está convencido de que debe ser él quien tome las decisiones sobre hasta dónde deben llegar estas operaciones (...) quiere mantener la correa corta», dijo Thomas E. Donilon, asesor de seguridad nacional del presidente norteamericano, citado por el Times.

 

El jefe de Estado, premio Nobel de la Paz, juega a ser Dios y escoge a quienes conformarán su lista de la muerte en una videoconferencia celebrada cada martes con la participación de un centenar de funcionarios de su Gobierno.

 

Allí examinan las biografías de los sospechosos de terrorismo en Yemen y Somalia, antes de seleccionar los nuevos integrantes de la fatídica nómina.

 

Mientras, la Agencia Central de Inteligencia lleva a cabo similar proceso, por separado, para los próximos condenados a muerte en Pakistán.

Obama es quien da luz verde al tipo de ataque a aplicar, ya sea el «personalizado» (cuando el supuesto terrorista ya está identificado) o el «específico» (para los grupos con características que, según ellos, los hacen blancos probables).

 

La última noticia se conoció justo cuando varios expertos discrepan sobre la tesis de Obama acerca del mínimo riesgo de los ataques con drones, calificados como ilegales.

 

David Rhode, un reportero del Times tomado como rehén de los talibanes en Pakistán, describió su apreciación personal sobre ese tipo de procedimientos militares.

 

«Es terrorífico para todo el mundo en tierra. Lo más inquietante es que no se sabe cuándo va a llegar el misil y te va a matar. Existe la sensación de que tu soberanía está siendo violada. Es una acción militar seria, no es lo que creen muchos estadounidenses», contó.

 

De igual manera, el profesor Gregory Johnsen, de la universidad de Princeton (Nueva Jersey), desmontó la teoría de Obama y aseguró que esas ofensivas han matado a miles de mujeres y niños.

 

La fundación New America revalida esa opinión con la cifra de dos mil personas muertas, 17 por ciento de ellas civiles, desde el 2004 solo en Pakistán.

 

A juicio del académico, dichas operaciones solo contribuyeron a reforzar la imagen de Al Qaeda y facilitaron el reclutamiento de nuevos miembros.

 

«En 2009 Al Qaeda contaba con 200 o 300 individuos en sus filas y no controlaba ningún territorio. Ahora, dos años y medio después, pese a todos los ataques con drones, triplicó su tamaño en la península arábiga con mil afiliados y controla una parte importante de la zona», explicó a BBC Mundo.

 

Consecuencias de las filtraciones

 

La publicación de datos secretos sacudió los cimientos políticos de Estados Unidos y puso en alerta al Congreso, no por su esencia, sino porque los republicanos lo ven como una táctica para mostrar a Obama como un ejecutivo fuerte camino al sufragio del 6 de noviembre.

 

Un grupo bipartidista de senadores criticó la fuga deliberada de información del Estado y prometió frenarla por considerar que pone en peligro la seguridad nacional.

 

Incluso el senador republicano por Arizona John McCain consideró a Obama el máximo responsable del escándalo por ser el Comandante en jefe del país.

 

Además, cuestionó la imparcialidad de los dos magistrados designados por la Fiscalía General para investigar el caso y presentó un recurso en el Capitolio para nombrar un experto sin vínculo con la actual administración.

 

«Es evidente que alguien del Gobierno proporcionó la información a la prensa, por eso este caso necesita de un fiscal que sea totalmente independiente del Departamento de Justicia», dijo, al proponer al exsenador republicano Bob Bennett para acometer esa tarea.

 

Obama, por su parte, negó la culpabilidad de la Oficina Oval en las filtraciones, puntualizó que su Gobierno tiene cero tolerancia con este tipo de faltas y dispone de mecanismos para castigar a los responsables de esas divulgaciones no autorizadas.

 

«La noción de que mi Casa Blanca habría difundido a propósito material clasificado de seguridad nacional es ofensiva, es errónea», aseguró el mandatario durante una imprevista conferencia de prensa convocada para frenar el escándalo.

 

Si su intención era poner en juego una nueva herramienta electoral, las filtraciones podrían complicar su aspiración de gobernar el país otros cuatro años, por la falta de transparencia en el seno de la administración.

 

Además, desenmascararon su doble moral en la lucha contra el terrorismo y pusieron al descubierto el rostro cruel del hombre que montó una campaña presidencial contra la guerra de Irak y las torturas en cárceles como Abu Graib y Guantánamo.

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