ZONA CRÍTICA: Humor para todos
especiales
El Centro Promotor del Humor no es responsable de algunas de las situaciones que se presentan en cabarets y centros nocturnos de este país: humoristas, o supuestos humoristas, que sustentan sus actuaciones con burlas a minorías, chistes de mal gusto, bromas pesadas… Nada que ver con la extraordinaria tradición del humor escénico de la que nos enorgullecemos en este país.
No hay que buscar mucho para encontrar a los responsables de esos espectáculos. Primero que todos, los propios humoristas, que muchas veces ni siquiera tienen las mínimas credenciales. Y después, los directivos y administradores de esos lugares.
No es lo mismo el chiste doméstico, el que se hace en un espacio íntimo, que el que se presenta en un espacio público. Es posible que sí, que la gente se ría, pero el humor escénico no debería conformarse con una carcajada fácil. Es, debería ser, arte. Y por tanto, tiene que tener una clara vocación estética. Y también ética, no faltara más.
A todas luces, faltan esquemas regulatorios. La política cultural de la nación es una. Los espacios de la gastronomía y el turismo no pueden tener patentes de corso para poner lo que entienda alguien, que muchas veces no tiene la capacidad ni la cultura necesarias.
Por supuesto, no significa que haya que establecer una censura decimonónica sobre los temas, los acercamientos del humor. El humor, por naturaleza, es irreverente, puede ser incluso corrosivo. Y es, ¿quién lo va a dudar?, una valiosa herramienta de crítica social.
Pero hay que promover el buen gusto, la responsabilidad y la calidad de las presentaciones, cosas que no van reñidas, por supuesto, con la hilaridad de las propuestas.
El cubano no puede vivir sin el humor. Esa gracia, ese ingenio chispeante forma parte de nuestra idiosincrasia.
Claro que hay talento, pero hay que encauzarlo mejor. Y eso es algo que ha estado haciendo el Centro Promotor del Humor, pero no es suficiente. Hay que pensar en la formación de esos humoristas, que son, por supuesto, también actores. Hay que pensar en la calidad de las puestas en escena. Y también es necesario potenciar la crítica en los medios sobre las propuestas humorísticas.
El trabajo de no pocos excelentes humoristas en Cuba es la prueba de que se puede hacer humor con altura… y la gente se divierte mucho con ese humor. No es necesario sacar a colación a los pinareños, los negros y los homosexuales.
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