Juegos Olímpicos: Miradas de costo con lente de París 2024 y Los Ángeles 2028

Juegos Olímpicos: Miradas de costo con lente de París 2024 y Los Ángeles 2028
Fecha de publicación: 
21 Septiembre 2017
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De hecho, la designación estaba cantada para las ciudades de París, anfitriona de la cita del 2024 (entre el 2 y el 18 de agosto), y Los Ángeles para el 2028 (entre el 21 de julio y el 6 de agosto), luego de que Roma, Budapest y Hamburgo retiraron sus candidaturas, dados los altos presupuestos que se requieren para organizar este megaevento.

Hablamos de no solo un monstruo en el plano netamente deportivo, sino que también se ha convertido en una megaindustria lucrativa sin chimeneas. El ejemplo, o uno de los ejemplos más florecientes, en ese sentido, lo hallamos en la cita de Barcelona 1992. Después de esa versión de cita bajo los cinco aros, la Ciudad Condal floreció y ha mantenido unos niveles de crecimiento económico inusitados, al punto de que Cataluña, en la actualidad, puja por independizarse del resto de España, alegando que carga con más del 20% de la economía de esa nación.

En ese concierto de poder y billete, Cuba ni por asomo ha podido reservar butaca o instrumento, amén de que, luego de los Panamericanos de La Habana 1991, tuvimos la idea, no muy terrenal, de acoger una edición. Incluso nos sometimos a la inspección inicial que realiza el Comité Olímpico Internacional (COI) para dilucidar qué elementos ponderables y en contra posee una ciudad candidata.

Claro, que por cuestiones asociadas a infraestructura, capital disponible para desarrollar la misma y acercarnos a condiciones de anfitriones ideales, muy a pesar de otras variables óptimas como preparación del recurso humano, niveles de conocimiento y hospitalidad, lamentablemente, reprobamos.

De vuelta a Don Dinero y los Juegos Olímpicos, los organizadores de las últimas 30 ediciones —tanto de verano como de invierno— que se han realizado desde 1960 a la fecha han gastado, como promedio, 156 por ciento más de lo que tenían presupuestado inicialmente, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Oxford.

En el documento «Los costos y sobrecostos en los Juegos», realizado por Bent Flyvbjerg, Allison Stewart y Alexander Budzier, se revela que el promedio real de costo para los juegos de verano es de 5 mil 200 millones de dólares, y de 3 mil 100 millones de dólares para los juegos de invierno; sin embargo, en cada categoría destacan Londres (Inglaterra) y Sochi (Rusia) como los juegos más caros de la historia.

Ahora radiografiemos «por dónde le entra la plata al coco» o, más bien, por dónde le sale. Estos excesivos sobrecostos, de forma general, se derivan de partidas sobregiradas de gastos relacionados con la infraestructura de instalaciones competitivas, la ceremonia, las villas olímpicas, la alimentación de los atletas, la seguridad, el personal médico, la infraestructura para la transmisión y la organización en general, pero no contemplan los costos implicados en la construcción de infraestructura carretera, señalización, transporte, hoteles, etcétera, que a menudo son mayores que los costos relacionados directamente con la magna cita deportiva.

El propio estudio arroja la siguiente relación de sedes olímpicas que más se han sobregirado en el presupuesto como parte de sus candidaturas:

1- Montreal 1976, Canadá, sobrecosto de 720 por ciento.

2- Olimpiadas de Invierno Lake Placid 1980, Estados Unidos, sobrecosto de 324 por ciento.

3- Olimpiadas de Invierno Sochi 2014, Rusia, sobrecosto de 289 por ciento.

4- Barcelona 1992, España, sobrecosto de 266 por ciento.

Mientras, en el ojo del huracán, las ediciones de Juegos Olímpicos más costosas de 1960 a la fecha han sido:

1- Olimpiadas de Invierno de Sochi 2014, Rusia: 20 mil millones de dólares.

2- Londres 2012, Inglaterra, 15 mil millones de dólares.

3- Barcelona 1992, España, 11 mil millones de dólares.

4- Beijing 2008, China, ocho mil millones de dólares.

Hay otros elementos que inciden, en alguna medida, y que han tomado fuerza en el contexto olímpico de las últimas dos décadas, entre ellos, la creciente mercantilización del deporte, su establecimiento como megaindustria bien lucrativa, y la nacionalización de deportistas, en el afán de contar o elevar el número de campeones, diversificarlos a las más disímiles latitudes, en consonancia con las bondades de la patria adoptiva en cuestión.

El recuerdo más reciente, en materia de olimpiadas, lo hallamos en Río de Janeiro 2016. En medio de la notable turbulencia política que vivía en ese entonces el gigante sudamericano y ante algunas irregularidades de índole presupuestaria que se suscitaron, en definitiva, el costo de Río o la suma invertida para desarrollar los Juegos al amparo del Cristo Redentor fue de  4 600 millones de dólares.

Un número que, llevándolo al deporte de esa nación y a una pasión como el fútbol, significó casi cuarenta veces más del presupuesto que el Gobierno Nacional le dedica al Fútbol para Todos.

Estos 4 600 millones de dólares que significó realizar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro terminaron siendo un 50% más de lo que se había presupuestado tiempo atrás.

París y Los Ángeles festejan. En cada caso, será la tercera ocasión que esas ciudades acojan la fiesta deportiva universal, luego de que la Ciudad Luz organizara las versiones de 1900 y 1924, por lo que un siglo después volverá a recibir la llama olímpica.

«Esta victoria es de ustedes. El COI ha reconocido la imagen y los valores de Francia, su voluntad de llevar a lo más alto los valores del olimpismo que París encarna», dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, en un mensaje televisado.

Bajo el lema «Sigue al sol», la candidatura de Los Ángeles prometió una redefinición de los Juegos Olímpicos que ya organizó en 1932 y 1984.

«Hace solo dos años no pensábamos que nos íbamos a encontrar con este escenario, pero sabíamos que el objetivo de Los Ángeles era hacer lo correcto para el movimiento olímpico. No pensábamos mover la fecha, pero lo hemos hecho», reconoció el alcalde de esa urbe estadounidense, Eric Garcetti.

Por su parte, los franceses, que ya habían perdido las votaciones de 1998, 2008 y 2012, y se plantaron en esta oportunidad, en la cual fue determinante la postura asumida por la alcaldesa parisina Anne Hidalgo: los de 2024 eran unos Juegos para no perder. La irreductible obstinación gala fue crucial en el acuerdo final de la negociación tripartita.

Un panorama no muy halagüeño para el COI, que debió pagar ese precio en aras de no perder candidatos e intentar un movimiento inteligente, de cara al casi seguro y posterior cambio en el sistema de elecciones de sedes.

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