República Centroafricana: ¿El peor lugar?

República Centroafricana: ¿El peor lugar?
Fecha de publicación: 
17 Julio 2017
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Aunque cuenta oficialmente con más de cuatro millones 600 000 habitantes, en la República Centroafricana apenas subsisten tres millones y medio, quizás menos, en un extenso territorio de más de 600 000 kilómetros cuadrados, en una miseria que llega a ser espantosa en algunos lugares, a pesar de tener enormes reservas naturales de oro, diamantes, madera y, se dice, abundante petróleo.

Precisamente, esto mueve a intereses extranjeros en la competencia por su subsuelo, en la que Francia, la otrora potencia colonial, no quiere perder ni un ápice, enviando varios miles de soldados que cuentan con el respaldo de tropas de la Organización de la Unidad Africana, siempre en vilo por las acusaciones de violaciones de los derechos humanos.

Por estos días se menciona la grave situación humanitaria de guerras, desastres, extrema sequía, que castigan a Sudán del Sur, Somalia, zonas de Etiopía, etcétera, en el este del mal denominado continente negro, obviando la situación en la República Centroafricana, donde el conflicto armado de cinco años mantiene al país como uno de los peores lugares en el mundo, con dos millones de personas en situación de inseguridad alimentaria y decenas de miles de niños con desnutrición aguda grave.

La situación no ha dejado de agravarse a partir de septiembre del pasado año, por lo que en mayo último, en medio de divergencias en una nación donde mal conviven 80 grupos étnicos, se promovió una campaña para castigar a los violadores de los derechos humanos. A pesar del nombramiento de nuevas autoridades que deberían que resolver el grave problema, los miembros de grupos armados que los cometieron siguen en libertad y no se hace nada para la reparación para ayudar a las víctimas.

A pesar de que el conflicto armado ha continuado y todas las noches se escuchan disparos en Bangui, la capital, y otras localidades centroafricanas, ha tomado fuerza la campaña Justicia Ya, que pide a las autoridades que se comprometan a adoptar una postura más firme contra la impunidad, haciendo que los responsables de delitos graves rindan cuentas y que los socios técnicos y económicos del país respalden los esfuerzos del gobierno, lo que incluye la financiación del nuevo Tribunal Penal Especial del país.

“Las organizaciones de la sociedad civil se han unido para asegurarse de que las autoridades de la República Centroafricana no hacen oídos sordos a la enorme escala de sufrimiento y dolor humanos de los que han sido víctimas miles y miles de personas durante este conflicto. Los perpetradores de crímenes horrendos, como violaciones y homicidios, llevan demasiado tiempo en libertad. Deben rendir cuentas si las autoridades quieren pasar de las palabras a los hechos”, ha declarado Olivia Chamba, responsable de la campaña.

“A pesar de medidas positivas como el nombramiento del fiscal especial del Tribunal Penal Especial y de jueces nacionales e internacionales y la organización de dos procesos penales en Bangui, sigue habiendo demasiados obstáculos para que las víctimas del conflicto obtengan justicia.”, espetó.

Aunque no es costumbre, reproducimos un episodio de la tragedia centroafricana:

Clarisa, viuda de 57 años que fue violada junto con Naomi, su hija, de 19, contó la trágica secuencia de acontecimientos que cambió sus vidas la noche del 23 de diciembre del 2013, cuando 11 hombres antibalaka armados atacaron su casa en la capital, Bangui:

“Nos amenazaron y nos insultaron. Minutos después, algunos de los antibalakas me arrojaron al suelo y dos de ellos empezaron a desgarrarme la ropa y a violarme. Me desmayé. Cuando desperté me dijeron que habían violado también a mi hija Naomi”. Unas semanas después diagnosticaron a Naomi que había quedado embarazada como consecuencia de la violación, como VIH positiva. Dio a luz a una niña que también es seropositiva.

Pero es difícil hacer justicia, cuando, tras cinco años, continúan diversos conatos de lucha que amenazan con volver a extenderse.

La nación sigue siendo un polvorín, a pesar de la retirada momentánea de los rebeldes musulmanes seleka y los combatientes cristianos antibalaka. El ejército regresó a los cuarteles, pero nada se ha resuelto, y todos aprovechan algún frágil cese el fuego par hacerse de más poder de fuego.

La República Centroafricana tiene una larga historia de inestabilidad y frecuentes cambios en el poder desde que se independizó de Francia en 1960.

El país cayó en una crisis humanitaria desde que la coalición Seleka de Djotodia se levantó contra el gobierno en diciembre del 2012, y derrocó al cristiano Francois Bozize, pero tampoco se puso fin a la violencia.

Como siempre, para “ayudar”, hay intervenciones y más intervención, en tanto las fuerzas nacionales están virtualmente en estado no operativo, por lo cual las tropas extranjeras hacen y deshacen, en tanto la Unión Europeo planea enviar más soldad0s al lugar, con una ayuda económica que, como se sabe, tratará de rendir dividendos en el virtualmente desahuciado, pero rico país.

Se cree que llegarán más soldados, financiados por la Unión Europea, todo lo cual, como se sabe, llevará a recoger dividendos en el plano económico.

Pero hoy por hoy el conflicto no cesa, la situación alimentaria es grave, los precios se han disparado y no llega la necesaria ayuda al respecto, por lo que  es muy difícil implementar la política que pretenden las autoridades que gozan, por supuesto, del apoyo francés, de hacer regresar al millón de personas que abandonaron el país, en tanto otro medio millón deambulan dentro del territorio nacional.

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