Juegos Olímpicos: ¿Nadie quiere acoger la fiesta?

Juegos Olímpicos: ¿Nadie quiere acoger la fiesta?
Fecha de publicación: 
12 Abril 2017
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«Hemos visto un terrible y dramático goteo de ciudades que se han caído de la candidatura para 2024», comentó el vicepresidente del COI Juan Antonio Samaranch Salisachs.

«La realidad es que sólo tenemos dos maravillosos candidatos: Los Ángeles y París», añadió en torno a las urbes que pujan por los votos a emitirse el 13 de septiembre en Perú.

¿Por qué?, pregunto Europa Press al directivo español.

«Primero: sigue costando demasiado presentarse, en torno a los 50 millones de dólares. Hay que bajarlo. No es justificable.

Segundo: Hay una percepción pública de que es un riesgo para la ciudad y el estado por sobrecostos.

Tercero: Hay una gran cantidad de movimientos populistas de todos los colores que con una pequeña base social y alta movilización están afectando las agendas de los principales países», sentenció.

Por supuesto que las causas pueden ser más, pero lo cierto es que la italiana Roma, la alemana Hamburgo y la húngara Budapest se retiraron de la carrera en 2015, 2016 y febrero pasado, por ese orden.

Aunque los entendidos insisten en que recibir la cita sigue siendo económicamente rentable, ediciones consideradas “ruinosas” como las de Atenas 2004 y Río de Janeiro 2016 demostraron que «oro no es todo lo que reluce», escribió Franciso Rabadán en okdiario.com.

El analista recordó que «el mantra de corrupción e inversión desmedida que rodea a la elección de las ciudades perjudica el interés ciudadano». No olvidar que Budapest dijo adiós a instancias de sus propios habitantes.

«Tú no puedes montar una candidatura si no cuentas con el apoyo social», opinó el titular del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, quien pese al revés rumbo a la justa más reciente, insiste en haber defendido una propuesta «austera, realista, con el 70 por ciento de las instalaciones ya construidas».

Tales preceptos quedaron refrendados en la agenda 20+20, aprobada el 8 de diciembre del 2014, en ajuste a la cual Tokio acordó rebajar costos a la versión a celebrarse allí dentro de tres años, cuando dará uso a edificaciones construidas para la de 1964. Y la respuesta popular llegó con aplausos.

Ello quiere decir que la visión madridista se adelantó a la asumida después por el propio COI, pero el contexto no era entonces el de ahora y Río de Janeiro alzó un triunfo que evitó repetir la fiesta en el mismo continente de su antecesora, tendencia que parece mantener fuerza.

Por demás, de acuerdo con el rotativo francés Le Monde, la justicia de ese país posee «pruebas concretas sobre irregularidades en la concesión de la sede».

Según un despacho de  Xinhua, la información publicada por ese medio sostiene que un empresario brasileño pagó 1,5 millones de dólares al hijo del entonces presidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) y miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), Lamine Diack.

Pero volvamos al desinterés por organizar los juegos, y detengámonos en lo sucedido en Budapest, donde los opuestos al proyecto exacerbaron temores relacionados con fenómenos como sobrecostos, corrupción, endeudamiento y efectos medioambientales.

La apuesta olímpica se anunció oficialmente en junio de 2015 con un amplísimo apoyo político y las encuestas señalando un 60 por ciento de partidarios en la población, pero el panorama varió con el paso de los meses y en septiembre de 2016 había caído hasta el 41 por ciento.

Personas de entre 20 y 40 años que pudieran irrumpir en la escena política para las elecciones parlamentarias de 2018 fundaron el movimiento Momentum Mozgalom y estuvieron a punto de provocar un referéndum que el gobierno evitó celebrar ante la certeza del fracaso.

«Si hubiéramos hecho los Juegos, los beneficios habrían ido a parar a los bolsillos de los grandes empresarios y no habrían revertido en el bienestar de la población», sentenció la organización, que instó a priorizar inversiones sociales.

La salida de Budapest fue el último golpe encajado por la cúpula del olimpismo, necesitada de accionar.

«El COI ha creado una comisión para cambiar el proceso. El objetivo no es generar un gran show de competencia entre ciudades. Yo pienso que antes de julio de este año, antes de la elección en septiembre para 2024, estará cerrado», ha dicho Samaranch.

«Las ciudades no están armadas para defenderse de los movimientos del “no”. Estaremos hombro con hombro con ellas para darles un argumentario de defensa en esa fase», opinó antes de recordar que el monto demandado por una edición está en el orden de los 3 mil a 4 mil millones de dólares.

«Hay que hacer una fase previa más larga y una fase de candidatura más corta, de seis meses. Los costes serían radicalmente reducidos. Me gustaría que se diera ventaja a los que repiten. En una palabra, seremos mucho más flexibles», aseveró, y dijo que el COI entregará mil 600 millones de dólares a la capital nipona.

Entretanto está sobre la mesa la posibilidad de que la próxima votación asigne también la sede del 2028, de manera que tanto Los Ángeles como París aseguren una.

«Sería con un consenso... Nos gustaría no perder a ninguna de las dos», destacó Samaranch, pero Tony Estanguet, vicepresidente de la candidatura parisina, aclaró que la capital gala solo opta por la primera.

«Todo se ha planeado para el año 2024, así que la zona destinada a la construcción de la Villa Olímpica y la Paralímpica solo estará disponible para 2024. Y también porque esta es la cuarta vez que París opta por celebrar los Juegos y creemos que es ahora o nunca», puntualizó.

Así de turbio está el ambiente, que ojalá se clarifique de cara al futuro, sin desconocer que la política xenófoba de Donald Trump, quien pudiera estar en el poder dentro de cuatro años, aporta razones para no descartar un boicot si Los Ángeles resulta elegida.

«Las leyes de inmigración de Trump van contra el movimiento olímpico», afirmó el miembro del COI Richard Peterkin. Pero Francia no escapa a los temores, porque Marine Le Pen podría llegar en abril al Elíseo comprometida con recortes importantes y un proteccionismo marcado que dejan dudas sobre su voluntad de validar la aspiración defendida hasta ahora.

«Le Pen puede estropearlo todo», reconoció el ex piragüista olímpico Tony Estanguet, uno de los líderes de la candidatura.

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