Milton: revelaciones del Pintor del Tabaco

Conversar con un artista, explorar su obra y penetrar en su universo creador es una suerte de descubrimiento que casi siempre, para entrevistador y entrevistado, termina siendo un momento revelador.

Durante nuestro encuentro con el cubano Milton Bernal, conocido como "El Pintor del Tabaco", este demostró ser muy buen anfitrión, no solo por el trato tan agradable sino porque él es un gran conversador, y eso a los reporteros nos resulta de mucha ayuda, aún más si encontramos puntos comunes. En este caso Milton y yo compartimos dos pasiones: el periodismo y la fotografía.

Una buena parte de su obra está dedicada a los retratos, una categoría difícil de lograr en toda su expresión pues no basta con hacer trazos simplemente, hay que identificarse con el personaje, hacer contacto con su espiritualidad y la nuestra.

En un apartado del Hotel Habana Libre, donde hay una exposición permanente de Milton, el artista nos comentó sobre sus inicios como pintor, sus rutinas, sus preferencias y hasta algunos de sus sueños…

Tu formación viene del diseño gráfico y el periodismo, ¿cuánto te ha aportado esto a tu carrera como pintor?

Son ramas que tienen puntos en común: la necesidad de comunicar. Hay un diálogo de sentimientos y emociones cuando un pintor pone a prueba una obra al público. Lo que cambia es la herramienta: la palabra por el pincel.

¿Cuándo decidiste que te dedicarías completamente a la pintura?

Disfruté mucho mi trabajo como periodista. Ejercí mucho tiempo en la dirección de Relaciones Públicas de ETECSA, mi vida está llena de esos momentos allí. Gente como Roche enriquecieron enormemente mi trabajo. Yo soy diseñador de cuando no existía Internet y allí en ETECSA tenía que hacer ilustraciones que acompañaran las noticias de Roche, eso me incentivó. Me llevó a estudiar a los grandes de la pintura en Cuba, y me sumergí en ese mundo.

Comencé a pintar en el 2000, entonces gané un concurso Wemilere, aquí en Cuba, con un óleo sobre lienzo. El diploma del premio era firmado por Eusebio Leal y estaba hecho con pétalos de flores sobre papel manufacturado, fue impactante aquello. Me enamoré de esa técnica, es precioso el papel manufacturado.

Comencé a trabajar en eso porque me parecía un soporte excelente. Es una obra de arte. Lo hacen personas muy conectadas al sentimiento artístico.

¿Y por qué el tabaco? ¿Qué te hizo pensar en su naturaleza como obra de arte?

El tabaco es un soporte novedoso por su textura, ninguna hoja se repite y son elásticas. Yo uso la hoja catorcena de la planta, es tabaco tapado, así que el nervio es muy suave. A la vez siempre estuve motivado por el desnudo artístico.

A la hoja de tabaco le aplicamos un proceso químico- que es lo novedoso de la obra- para que no pierda plasticidad ni pigmentación y eso sustituye las precarias ropas que llevaban los modelos desnudos.

Primero coloco las hojas de tabaco en el lugar que corresponde según el efecto que quiero causar y trabajo a partir de ahí.

El tabaco es muy simbólico, las historias detrás de él tienen que ver con el arte y la historia, como Romeo y Julieta o El conde de Montecristo, que son obras literarias y marcas de tabaco…

Esas conexiones que creaban el papel manufacturado, el desnudo y el tabaco crearon una sinfonía para mí y son el resultado de lo que hago hoy. Yo solo soy la punta del iceberg, hay mucha gente que colabora, los que me enseñan sobre las características de las hojas de tabaco, cómo diferenciarlas; los que me ayudan a trabajar el papel manufacturado, que no es nada dócil, y la modelo.

¿Te gusta que te identifiquen como el pintor del tabaco?

Yo estuve 50 años llamándome Milton y que de pronto me conozcan así me chocó un poco pero son cosas que uno va ganando y hay que asumirlas dignamente, ya me gusta. El tabaco es identidad cubana, para mí esa es la fortaleza de mi trabajo. Yo trabajo con el tabaco para demostrar que su hoja no solo se disfruta convertida en aroma sino también en una obra de arte.

Sin embargo mi obra no se conecta con el tabaco como consumo sino para sustituir texturas, aunque sí he hecho retratos de grandes personalidades que fueron fumadores como el Che, Compay Segundo o Robaina.

¿Por qué siempre hay en tu obra una figura humana?

Porque es lindo. En el arte el cuerpo humano siempre fue motivo de inspiración. Cuántos años hace de la Venus de Milo y es perfecta, es una oda al cuerpo humano, La Maja Desnuda, La Mona Lisa, el David…, todas fueron personas. Detrás de cada obra de arte había una estructura humana.

En tu trabajo haces mucho énfasis en el retrato. ¿Cómo seleccionas a tus personajes y dónde está para ti el secreto de hacer un retrato?

Hay un reto cuando se retrata a alguien: hay que poner mucho de espiritualidad para captar el carácter sicológico de la persona. Hay que lograr un diálogo, es una obra interactiva.

Las obras que has visto son las que han llegado a feliz término pero hay otras que tal vez no termine nunca porque no logro la expresión del retratado. Tiene que haber intensidad en la obra. Por ejemplo, el Che, era alguien excepcional, en él se puede recordar desde la mirada más suave hasta la expresión más profunda. Robaina, a través de sus ojos, se veía toda la bondad por lo que hacía, tenía esa modestia que solo tienen los gigantes y trasmitía mucha tranquilidad cuando se comunicaba con uno. Todo eso tiene que verse en el cuadro cuando se hace un retrato.

¿Quiénes de los retratados te han impresionado más?

He recreado muchísimas veces el Che de Korda, es la image

n que más he trabajado y ninguna es igual a otra. Es increíble esa mirada que te da la impresión de estar aquí pero a la vez en el futuro. Es una mirada misteriosa, perdida, todo lo contrario a la Mona Lisa, que para donde te vires siempre te mira.

¿En qué proyectos trabajas actualmente?

En estos momentos le salpico un poco de perfume a los cuadros que hago. El taller de perfume Habana 1791 me preparó una maceración con esencia de tabaco para esto. Así se llevan más que un aroma, es como una magia adicionada.

¿Cómo ves que se recibe en el mundo el tipo de trabajo que haces?

El tabaco es un embajador de la cultura cubana en el mundo, es un pasaporte a la dignidad, al prestigio, a lo sólido. Puede resultar petulante esto pero, hasta ahora, no hay nadie en Cuba que esté haciendo un trabajo como este con hojas de tabaco. Nuestro tabaco es muy peculiar, hay hojas que alcanzan los 50 centímetros. A la gente le gusta, tengo exposiciones permanentes y transitorias en Viena, Rusia, Francia, Alemania.

Muchos de los retratos que hago son de personalidades que también son embajadores de la identidad cubana. Tuve la oportunidad de pintar a Omara, y ella incluso me firmó la obra, ella es alguien muy cubana, es fantástica, muy sencilla.

También he pintado a otros con los que me siento en deuda, como Lolita Flores, que me ha regalado tanta música; Ibrahim Ferrer y Compay Segundo, ambos del Buenavista Social Club. Algunas surgen por compromiso pero otras vienen por el simple placer de retribuirles lo que me hicieron soñar en algún momento.