EN EL FESTIVAL DE TEATRO: «Apostamos siempre por la belleza»

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EN EL FESTIVAL DE TEATRO: «Apostamos siempre por la belleza»
Fecha de publicación: 
11 Octubre 2016
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Pocas, poquísimas son las compañías que tienen el privilegio de contar con dos espectáculos en la selección oficial del XVI Festival Nacional de Teatro de Camagüey. Teatro de las Estaciones, de Matanzas, es una de ellas.

 

Siempre con teatro lleno presentaron primero Los dos príncipes, inspirado en el poema homónimo que publicara José Martí en La Edad de Oro. Y después, con el mismo éxito de público, asumieron una obra para un público adulto: El irrepresentable paseo de Buster Keaton, a partir de textos de Federico García Lorca y otros autores.

 

El director de las Estaciones (y actor y autor de tantas puestas), Rubén Darío Salazar, hace años que no se pierde un Festival de Teatro. Lo entrevistamos en exclusiva para CubaSí.

 

—Vienes con dos puestas muy disímiles, ¿hasta qué punto resumen el espectro creativo de Teatro de las Estaciones?

 

—Todo el que asuma el teatro de títeres, de figuras, sabe que el espectro de la manifestación es muy amplio. Al ser tan amplio, uno tiene la posibilidad de encaminarse por el lado que prefiera. En mi caso, como vengo del Instituto Superior de Arte (ISA), la formación es multidisciplinaria. Siempre estaba encontrándome, dialogando con los estudiantes de ballet, de música, de artes plásticas. Y ese intercambio siempre da una perspectiva diferente. Los espectáculos que trajimos al Festival de Camagüey tienen esa marca, justamente cuando se celebran los cuarenta años del ISA. La marca de lo multidisciplinario.

 

“Con El irrepresentable paseo de Buster Keaton, de 2014, uno acude al mundo del teatro de los objetos, al mundo de la danza, de la danza teatro, de la actuación y la música aleatoria (se puede lo mismo oír a Nina Simone que a Bjork, o a Louis Amstrong en La vida es rosa); uno se zambulle en ese mundo surrealista de Federico García Lorca, el Lorca de 1928, tan en la vanguardia (aunque Lorca sigue estando ahora mismo en la vanguardia)...

 

“Con Los dos príncipes el cambio es radical; es un espectáculo para niños, donde la música barroca es protagonista, donde la técnica elegida es el teatro de sombras, donde se le hace un homenaje a Martí con el texto de una dramaturga joven, María Laura Germán Aguiar... Las diferencias son obvias; pero a la vez, no hay tantas diferencias”.

 

—¿Por qué?

 

—Porque los objetivos son los mismos: la búsqueda teatral, el riesgo teatral, la plenitud teatral. Se trata de exigirles a los actores transitar de un camino a otro, de un público a otro, cambiar de sonoridades, de la misma manera en que se manifiesta el mundo contemporáneo. Al asumir diferentes estéticas no aburrimos al espectador, no aburrimos a la crítica y, principalmente, no nos aburrimos nosotros mismos.

 

“Esto no significa que seamos obcecados a la hora de manejar una técnica determinada. Pero creo que toda técnica en teatro parte de un taller propio, que entrelace experiencias. Uno tiene que aprovechar lo que aprende, uno tiene que marchar con los tiempos”.

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El irrepresentable paseo de Buster Keaton, una de las piezas que presentó Teatro de las Estaciones en el Festival de Camagüey. Foto del autor.

 

—En las dos piezas hay una decidida apuesta por la belleza...

 

—A mí no me disgusta para nada que me digan que mis espectáculos son bellos, hay gente que se ofende cuando les dicen eso. El irrepresentable paseo... es blanco, negro y rosa. No hay ningún coqueteo con el color. Es un mundo metálico, duro, de maletas, de tenedores, de fotografías que son al mismo tiempo muñecos, pintarrajeados como lo harían los niños, con pelos erizados… justo como un niño recrearía esa belleza que no sabe de cánones estéticos.

 

“O sea, yo creo que la belleza es un criterio muy abstracto, que depende del cristal por el que mires.

 
“Los dos príncipes puede ser oscuro, pues la sombra es ocre, color tierra, pero hay una belleza en la estética claramente medieval de la puesta y otra belleza en concepciones más modernas de la visualidad.

 

“En definitiva, el concepto de belleza para mí tiene que ver con la calidad, con el cuidado, con el compromiso plástico, con una mirada atenta y cuidadosa de los elementos escénicos.

 

“Hemos trabajado con yute, con semillas, con colores grises. Insisto: la belleza está en la mente y en el cuidado y el compromiso con que se trabaje”.

 

—Pero en las dos puestas hay acercamientos arduos a temas complejos de eso que llamamos la realidad...

 

—Un teatrista tiene el privilegio de dialogar con todo su contexto: con la sociedad, con la cultura, con la ideología, con la ética. Ahora, eso implica que ese teatrista tiene que tener la suficiente inteligencia, la capacidad de compromiso que garantice que su discurso nunca sea barato, chato, tieso o pedestre.

 

“El discurso del teatro tiene que ser muy potente, de manera que pueda dialogar con su tiempo, con su contemporaneidad, pero siempre partiendo de un sentido de pertenencia a una cultura. Así, solo así, se garantiza la coherencia.

 

“Ninguno de los dos espectáculos que presentamos están desligados de la actualidad cubana. Forman parte de ella, desde el poder de la teatralidad. El diálogo es profundo y es libre”.

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El irrepresentable paseo de Buster Keaton, una de las piezas que presentó Teatro de las Estaciones en el Festival de Camagüey. Foto del autor.

 

—Teatro de las Estaciones es participante habitual en el Festival Nacional de Teatro de Camagüey. ¿Por qué les parece importante acudir a esta cita?

 

—Vivimos en una isla y eso de por sí te aísla de muchas cosas. Y si a eso sumamos los problemas con la economía, el transporte, la falta de giras, pues resulta que los teatristas nos vemos muy poco. Aquí el plato está bien servido: durante más de una semana puedes compartir con gente que aprecias, que sigues, que admiras. Puedes apreciar el gran mosaico teatral de la nación.

 

“El Festival puede constituir la reafirmación de una poética o la búsqueda de nuevos caminos artísticos, cosas que solo puedes ver reflejadas en otros.

 

“Y cuentas con un excelente público. Hemos venido con puestas difíciles, como Federico de Noche y venido con espectáculos bien divertidos, como Alicia en busca del conejo blanco, y los reciben con el mismo entusiasmo.

 

“Antigonón, de Carlos Díaz, por ejemplo, se vio aquí. Y aquí triunfó antes de triunfar a lo grande en La Habana. De tanto ver teatro, buen teatro, este ha terminado por ser un público excepcional”.

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